Una vez un indio de la tribu piel roja se presentó furioso ante su jefe para informarle que estaba decidido a tomar venganza de un vecino que lo había ofendido gravemente. Quería ir inmediatamente a cortarle la melena y matarlo sin piedad. El jefe lo escuchó atentamente y luego le dió permiso para que si fuera a hacer lo que había pensado, pero antes de hacerlo le pidió que llenara su pipa de tabaco y la fumara con calma al pie del árbol sagrado del pueblo, el hombre cargó su pipa y fue a sentarse bajo la copa del gran árbol.
Tardó un par de horas en terminar la pipa sagrada. Luego sacudió sus cenizas y fue a hablar con el jefe piel roja para avisarle que ya había acabado la pipa y a decirle que lo había pensado mejor, que era excesivo matar a su enemigo pero que sí le daría una paliza memorable para que nunca se olvidara de la ofensa. Nuevamente el anciano lo escuchó y aplaudió su decisión, pero le dijo que ya que había cambiado de parecer, tenía que reponer la pipa con tabaco gastado y recoger unas hojas de tabaco de la huerta. También esta vez el hombre cumplió su encargo y estuvo una hora recolectando y meditando. Después regresó a donde estaba el cacique piel roja y le dijo que consideraba excesivo castigar físicamente a su vecino, pero que iría retarle y a echarle en cara su mala acción y le haría pasar vergüenza delante de todos. Como siempre, fue escuchado con bondad y el anciano le pidió que fuera a traer agua al estanque porque tenía sed. El hombre medio molesto pero ya mucho más sereno se dirigió al estanque, tardo otra media hora. Cuando terminó, volvió al jefe piel roja y le dijo:
“Pensándolo mejor, veo que la cosa no es para tanto. Iré donde me espera mi agresor para darle un abrazo. Así recuperaré aun amigo que seguramente se arrepentirá de lo que ha hecho”. El jefe le regaló dos cargas de tabaco para que fueran a fumar juntos al pie del árbol, diciéndole: “Eso es precisamente lo que tenía que pedirte, pero no podía decírtelo yo; era necesario darte tiempo para que lo descubrieras tú mismo”.
Moraleja
Esta historia nos sirve para enseñar sobre las emociones, y sobre los tres cerebros el cerebro límbico el cerebro reptiliano y el cerebro neocortex. Cuando una persona Recibe un insulto, un empujón o un agravio esa información entra primero por el cerebro reptiliano y es lo que nos hace reaccionar primitivamente con los instintos de manera instantánea, después de algunos segundos es información pasa recién al cerebro pensante inteligente y ahí podemos analizar mejor las cosas y decimos: "no fue para tanto".
No hay comentarios:
Publicar un comentario