Un agricultor recorría con su hijo los campos para ver si el trigo ya estaba maduro. Padre, preguntó el niño, ¿por qué algunas espigas de trigo están inclinadas hacia abajo y otras tienen la cabeza erguida como mirando al cielo? Las que miran arriba deben ser las mejores, las que están jorobadas y tiene caída la cabeza no se deben poder aprovechar. El padre cogiendo una de las espigas que se doblaban le dijo: ¡Fíjate, hijo mío! Esta espiga que se inclina con modestia es perfecta, está cuajada de grano, pero ésta otra que se levanta con tanto orgullo en el trigal; está seca y es inaprovechable.
Moraleja
Así pasa muchas veces en el mundo: Los soberbios son secos, nulos, no sirven para gran cosa; los humildes son útiles y preciosos.
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