Había una vez una niña pequeña que quería una muñeca. Cada tarde, se arrodillaba a decir sus oraciones, y a recordarle su deseo a Dios. “Por favor Dios, dame una muñeca para Navidad.” La Navidad llegó y pasó, pero no había muñeca para la niña. Como el cumpleaños de la niña era a Comienzos de enero, nuevamente comenzó los rezos para pedir su muñeca. “Por favor Dios, no quiero otra cosa, sólo mi muñeca.” Cuando abrió sus regalos de cumpleaños, no encontró ninguna muñeca. Seguía el día de la reyes, y la niña redobló sus esfuerzos. “No quiero dulces, Dios. Sólo una muñeca, por favor te lo pido”. Su hermano que tenía su cuarto alado de ella todo el tiempo había escuchado sus plegarias nocturnas, ya estaba cansado de oír el asunto de la muñeca. “¿Por qué no te das por vencida?”, le preguntó impaciente. “Dios no está respondiendo a tus oraciones” porque Dios no existe. “Si existe y Dios sí está respondiendo a mis oraciones”, contestó la pequeña. “¿Cómo es posible que Dios esté respondiendo a tus oraciones?”, "La Navidad llegó y pasó, y nada, tu cumpleaños se fue y nada, los reyes ni se acordaron de vos y todavía no tienes tu muñeca. Dios no está respondiendo a tus oraciones, sonsa.” “Sí lo está”, repitió ella, “Dios me está diciendo que ¡NO!” que no es el momento adecuado, que tengo que esperar, y no me quedo de brazos cruzados porque si soy perseverante lo lograré.
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lunes, 8 de enero de 2018
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