En la prisión, pasas la mayor parte del tiempo en una celda de 3 x 2,5 metros; en el trabajo, pasas la mayor parte del tiempo en un cubículo de 1,5 x 2 metros.
En la prisión te dan tres comidas al día; en el trabajo, tienes 40 minutos para salir a comer, pagas por ello y es peor que la de la prisión.
En la prisión nadie te molesta porque fumes; en el trabajo, si fumas te declaran inadaptado social.
En la prisión, la pena se acorta por buen comportamiento; en el trabajo, si te comportas bien te premian con más trabajo.
En la prisión, nadie te molesta porque veas TV o leas un libro; en el trabajo, si te descubren viendo TV o leyendo un libro, te despiden.
En la prisión, permiten que tu familia y amigos te visiten; en el trabajo, ni siquiera puedes hablar con ellos por teléfono.
En la prisión haces ejercicios todos los días, caminas por el patio y practicas deportes; en el trabajo no levantas la cabeza del escritorio, tu espalda es un nudo y la escoliosis severa te impide pararte derecho.
En la prisión, tus gastos los pagan los contribuyentes y nadie te obliga a trabajar; en el trabajo, tienes que pagar todos los gastos por ir a trabajar, y además te deducen impuestos con los que pagan los gastos de los encarcelados.
En la prisión, los guardias por lo general son unos sádicos; en el trabajo también y los llaman supervisores.
Estupendo !!!, listos para vivir una jornada más de gloriosa actividad en la oficina (y recuerde, en pocos minutos más y mientras usted se desloma bajo una pila de papeles, en la cárcel los sufridos presos empezarán a jugar un partido de fútbol en el patio).
Moraleja
Con esta historia podemos aprender o enseñar lo que es el emprendimiento animar a la gente a que sea su propio jefe Porque cuando uno trabaja en la oficina está destinado a ganar la misma cantidad de sueldo toda la vida, la única forma de crecer es ser uno el dueño de su destino.
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