Buscar tu mejor cuento

jueves, 27 de octubre de 2022

Sirenas O Ballenas


Hace algún tiempo se vio por las calles de Sao Paulo un cartel de la empresa Runner, una de las cadenas de gimnasios más renombradas del Brasil, haciendo propaganda con la foto de una chica escultural alzando pesas con la siguiente frase:

«Este verano qué prefieres ser: ¿sirena o ballena?».

La historia dice que una joven mujer de esa ciudad le envió el siguiente mensaje a la cadena de gimnasios en respuesta a su frase publicitaria: Estimados señores:

A propósito de su publicidad en la calle, animándonos a ser sirenas en vez de ballenas, quisiera hacerles los siguientes comentarios: Las ballenas están siempre rodeadas de amigos: tienen una vida sexual activa, se embarazan y tienen ballenitas muy tiernas. Las ballenas amamantan, hacen vida social con los delfines y se lo pasan comiendo cebiche de camarones.

También se divierten jugando en el agua y nadando por ahí, surcando los mares, conociendo lugares maravillosos como las aguas cálidas de Chocó, los hielos de la Antártica y los arrecifes de coral de la Polinesia. Las ballenas modulan muy bien y tienen grabados muchos discos con sus cantos y murmullos. Como las ballenas son enormes, casi no tienen depredadores naturales. En cambio, las sirenas no existen. Si existieran, vivirían en permanente crisis existencial: «¿Soy un pez o soy un ser humano?». Yo agregaría algo peor: no tienen por donde hacer el amor. ¡Válgame Dios!

Las sirenas son hermosas, sí, pero aparecen siempre tristes y solitarias, llamando gente a que las acompañe, en especial, a los marinos que pasan cerca de ellas. Pero ¿quién quiere acercarse a una criatura que huele a pescado crudo?

Runner querido, prefiero ser ballena.

martes, 18 de octubre de 2022

Buscando Un Marido Rico


Una mujer escribió a la sección de asesoría financiera de una revista especializada pidiendo consejos sobre cómo conseguir un marido rico. —Soy una chica linda, maravillosamente linda de veinticinco años. Estoy bien formada, tengo buen cuerpo y además tengo clase. Quiero casarme con alguien que gane como mínimo US$100 000 dólares al año. Estuve de novia con hombres que ganan de 30 mil dólares, pero yo quiero pasar de eso pues esta suma no me permitirá vivir en el mejor barrio y tener los lujos que merezco. A mi clase de yoga va una mujer que no es tan bonita como yo, ni es inteligente, pero se casó con un banquero y vive en Miami. ¿Qué es lo que ella hizo y yo no he hecho? ¿Cómo puedo llegar al nivel de ella? ¡Por favor, necesito sus consejos!

Atte: H. S.


Esa petición ya es graciosa, pero lo mejor de la historia es que el asesor de la sección respectiva le dio una respuesta seria y bien fundamentada, en lenguaje económico. —Leí su consulta con gran interés, pensé cuidadosamente en su caso e hice un análisis financiero de su situación. En primer lugar, yo me ofrezco como candidato y no estoy haciéndole perder tiempo, pues gano más de 100 mil dólares por año.

Aclarado esto, considero los hechos de la siguiente forma: lo que usted ofrece, desde la perspectiva de un hombre como el que busca, es simplemente un pésimo negocio. Voy a decirle por qué: dejando los rodeos a un lado, lo que usted propone es un simple negocio en el que usted pone la belleza física y yo pongo el dinero. La propuesta es así de clara, sin ninguna duda.

No obstante, existe un problema: con toda seguridad, su belleza va a decaer y un día, va a terminar, pero lo más probable es que mi dinero continúe creciendo. Así, en términos financieros, usted es un activo que sufre depreciación acelerada y yo soy un activo que rinde dividendos y crece. Usted no solo sufre desvalorización sino que, como esta es progresiva, ¡aumenta siempre! Le aclaro más: usted tiene hoy veinticinco años y va a continuar siendo linda durante los próximos quince años, pero siempre un poco menos cada año, y de repente, si se compara en el futuro con una foto de hoy, verá que ya estará envejecida.

En términos bursátiles esto quiere decir que usted, como las acciones de la bolsa, está hoy en «baja», es decir, una época ideal para ser vendida, no para ser comprada. Usando el lenguaje que se utiliza en Wall Street, su acción de encuentra en trading position (posición para comercializar), y no en buy and hold (comprar y retener), que es para lo que usted se está ofreciendo. Por lo tanto, todavía en términos comerciales, el matrimonio (que es un buy and hold) no es un buen negocio con usted, ni a mediano, ni a largo plazo; pero en cambio alquilarla por un tiempo (leasing), puede ser un negocio muy razonable que podemos discutir y ensayar.

Yo pienso que, si me presenta un certificado de cuán bien formada, con clase y maravillosamente linda es, yo probablemente sea un futuro arrendatario (leasing) de ese «activo». En tal sentido le propongo que hagamos lo que, para estos casos, es una práctica habitual: hagamos una prueba, o sea un test drive, para validar el interés mutuo de concretar una operación a largo plazo. Pero le ofrezco, además, como garantía, que, si no es exitoso nuestro test de prueba, puedo conseguirle otros candidatos interesados. ¿Cuándo le doy cita en mi agenda?

Atentamente, R. S.

sábado, 8 de octubre de 2022

Un Pequeño Gran Empresario

 


En una ocasión, un señor estaba vendiendo algunas baratijas en una esquina y un rico comerciante se acercó para comprarle un corta uñas. Pasaron algunos meses, y ambas personas coincidieron en el viaje de un banco, el rico comerciante reconoció al humilde vendedor, caminó hacia él y lo saludó amigablemente con esta frase: Hola  colega, usted es el pequeño empresario a quien compré un corta uñas, muy bueno por cierto, gracias. El sólo hecho de haberlo llamado “colega” y “empresario” le dio tanta confianza y seguridad al humilde vendedor, que desde aquel momento, sus pequeños negocios crecieron y se convirtieron en grandes negocios, se han multiplicado sus trabajos y ahora tiene seis puestos fijos y dos semifijos donde da empleo a más de diez personas.

Moraleja

A veces un pequeño gesto puede hacer una gran diferencia, la humildad del grande, engrandece la confianza del pequeño.

martes, 20 de septiembre de 2022

Comprar Un Padre


Una joven pareja entró en el mejor almacén de la ciudad. Primero comenzaron a ver objetos para jóvenes y finalmente cuando estaban a punto de retirarse, fueron al sector infantil. Ambos se entretuvieron mirando los juguetes en las estanterías. Los había de todo tipo, pero no llegaban a decidirse. Al verlos dudando, una dependiente muy simpática se les acercó y les preguntó por sus intereses.

—Mira, le explicó la mujer a la empleada, —tenemos una niña muy pequeña, pero estamos casi todo el día fuera de casa y a veces, hasta en la noche. Es una hermosa niña, pero casi no sonríe, añadió el hombre. —Quisiéramos comprarle algo que la hiciera feliz, algo que le diera alegría aun cuando estuviera sola, algo que la acompañara, que le ayudara en su desarrollo psicomotriz…—Lo siento, respondió la empleada mirándolos seriamente, —pero aquí no vendemos padres.


Moraleja

Hasta una empleada puede intuir la soledad de la niña, niños que también padecen de depresión y estrés por causa de la soledad. Recibiendo juguetes de sus padres, porque ellos no les pueden dedicar el tiempo necesario para amarlos. Así acallan tal vez sus sentimientos de culpa.

El Televisor

 




Mientras oraba antes de acostarse, un niño pidió a Dios con mucha devoción: –Señor, esta noche te pido algo especial: por favor conviérteme en un televisor. Quisiera ocupar su lugar. Quisiera sentir lo que vive la tele de mi casa. Es decir, tener un cuarto especial para mí y reunir a todos los miembros de la familia a mí alrededor. Yo vivo en el sótano a lado de la lavadora, "Quiero ser tomado en serio cuando hablo.

Convertirme en el centro de atención y ser aquel al que todos quieren escuchar sin interrumpirlo ni cuestionarlo. Quisiera sentir el cuidado especial que recibe la tele cuando algo no funciona, porque cuando se descompone llaman al técnico. Quiero tener la compañía de mi papá cuando llega a casa, aunque esté cansado del trabajo. Y que mi mamá me busque cuando esté sola y aburrida, en lugar de ignorarme. Y que mis hermanos se peleen por estar conmigo. Todo eso lo hacen por la tele y no por mí.

miércoles, 14 de septiembre de 2022

El Valor Del Trabajo

 


Estela se levantó ese día más temprano que de costumbre. En la clínica donde trabajaba, se realizaría una conferencia con un experto en recursos humanos quien tocaría el tema del valor del trabajo. Como su jefe estaba en un congreso de actualización por un par de días, aprovechó para asistir al evento.

Efectivamente, allí estaba ella, tomando nota de todas aquellas investigaciones y teorías acerca de la importancia del trabajo. Entre otras cosas, se habló de la motivación para trabajar y de todas las satisfacciones que hacen que las personas se sientan verdaderamente útiles; el nombre que el conferencista le daba a este sentimiento de felicidad en el trabajo era el de: «autorrealización!». Mientras ella observaba silenciosa y reflexionaba sobre el tema, recordaba que siempre había querido estudiar medicina, pero, viviendo en una pequeño pueblo e hija de un obrero, se privó de entrar a la universidad. Luego de su bachillerato estudió entonces en su pueblo algunos cursos de primeros auxilios y mecanografía.

Uno de sus tíos que vivía en la capital los visitó cierto día, y se interesó por el futuro de Estela. Gracias a su oficio de visitador médico, tenía muy buenas relaciones con profesionales de la medicina y podría conseguirle algo a su sobrina; se ofreció además para que viviera en su casa con su esposa mientras ella se independizaba. Así sucedió y pronto estaba trabajando en la gran ciudad, en un notable centro médico, con un oncólogo joven, pero de muy alto reconocimiento por su profesionalismo y seriedad.

Algo que le impresionó a Estela en la entrevista de selección con su jefe fue una imagen de Cristo, en una sala de cirugía, guiándole la mano con cuidado al cirujano que operaba. Este dibujo estaba detrás de la silla del oncólogo. Ella pensó: Este doctor no se cree Dios, sino que cree en Dios, es por eso que debe ser buen médico y ser humano. Inmediatamente puso todo su empeño en salir bien de su entrevista, y muy pronto comenzó su tarea de secretaria.

Al terminar la conferencia, Estela abrió el consultorio y comenzó sus tareas cotidianas. Lo primero que hizo fue llamar a cada paciente y recordarle su cita para el lunes de la semana siguiente, al regreso de su jefe. Enseguida revisó las cirugías programadas de la semana, confirmó todos los protocolos en la clínica incluyendo comunicarse con Anestesiología para programar las citas de los que iban a ser operados. Después del almuerzo, atendió las dudas de los pacientes sobre los horarios de las cirugías, hizo algo de archivo, organizó las historias clínicas, revisó la facturación y los cobros a fin de tenerle en claro a su jefe el estado de cuentas al cierre de mes.

Estela salió mucho más tarde de lo habitual, tomó el autobús, hizo un poco de compras en el supermercado y finalmente llegó a su pequeño apartamento cerca de la clínica. Puso un disco que le agradaba, mientras cortaba preparaba la cena. En ese momento rememoró la charla de la mañana y empezó a comparar las palabras del conferencista con todo lo que ella había realizado durante el día. Por una extraña razón, sintió que un cálido rubor le cruzaba por las mejillas mientras se decía: En realidad, cómo me siento de bien haciendo lo que hago; ¡esto debe ser lo mismo que ese señor denomina: «autorrealización!.


Moraleja


La autorrealización es un término que define el máximo desarrollo de las potencialidades de una persona cuando trabaja para sí o para otros. Este empleo a fondo de sus capacidades en trabajos que le sean gratificantes, es como si fuera la suma de las necesidades satisfechas, desde la seguridad hasta la autonomía personal. Ahora se habla también del valor agregado en el trabajo, tanto en los productos o en los servicios. Creo que Estela añadía valor a lo que hacía porque se mostraba satisfecha, útil, trabajando más de lo previsto y dándole forma a un servicio médico más allá de lo esperado por los pacientes. Esta conducta de superación y de mayores alcances es un tipo de autorrealización que no se da mucho en los ambientes tóxicos de las empresas que sacrifican a las personas en la guillotina del autoritarismo y la intolerancia.

Si no, pensemos si al médico oncólogo con el que trabaja Estela no le irá mejor que a sus colegas, por cuenta de ese amable valor agregado en el servicio de su asistente o secretaria.

Los Hijos Son Como Navíos


Al dar una mirada a un navío en el puerto, imaginamos que está en su lugar más seguro, sostenido por una fuerte amarra. Sin embargo, sabemos que esa nave está allí preparándose, abasteciéndose y alistándose para zarpar hacia el mar, cumpliendo con el designio para el cual fue creado. Dependiendo de lo que la fuerza de la naturaleza le reserve, esa nave tendrá que desviar la ruta, trazar otros caminos y buscar otros puertos. Pero retornará fortalecida por la trayectoria recorrida, habrá ganado experiencia por las diferentes condiciones climáticas que superó y habrá mucha gente esperando feliz su regreso en el puerto.

Así son los hijos, tienen a sus padres, que representan un puerto seguro, hasta que se vuelven independientes. Pero, por más protección y sostén que puedan sentir junto a ellos, los hijos nacieron para soltar amarras y surcar los mares de la vida, para correr sus propios riesgos y vivir sus propias contingencias. Cierto es que llevarán consigo los ejemplos recibidos en su hogar, los conocimientos adquiridos en la escuela, pero lo más importante estará en el interior de cada uno: en la capacidad de ser feliz. El lugar más seguro para el navío es el puerto, aunque aquel no fue construido para permanecer allí. Lo difícil es el momento de verlo zarpar.

El regalo de amor más grande que se le puede dar a un hijo es la autonomía. Muchos padres piensan que ellos serán el puerto estable de sus hijos y suelen olvidar que en cambio deben prepararlos para navegar mar adentro. Hay que animarlos a encontrar su propio lugar, donde se sientan seguros, con la certeza de que ellos llegarán a ser también un puerto para los nietos.


Moraleja


A la postre los hijos deben convertirse en ciudadanos del mundo. Para que lo logren, debemos procurar que lleven en su equipaje valores tales como excelencia, tenacidad, honestidad, disciplina y generosidad. Los padres quisieran ver una sonrisa en los hijos, pero no pueden sonreír por ellos, pueden desear su felicidad con toda su alma, pero no pueden ser felices por ellos. Habrá que repetir entonces que la felicidad consiste en tener un ideal para buscar y la certeza de estar dando pasos firmes en el camino de ese logro. Los padres no deben marcar los pasos de los hijos y los hijos nunca deben descansar en los pasos que los padres forjaron. Los hijos deben salir desde el puerto a donde sus padres llegaron y, como los navíos, partir en busca de superar sus obstáculos y forjar sus propias aventuras. Como dice un viejo refrán: “Cuando un barco no llega a puerto, casi nunca la culpa es del puerto”.

domingo, 11 de septiembre de 2022

Jugando a las Escondidas


Cuentan que una vez se reunieron en la tierra todos los sentimientos y las cualidades de los hombres. Cuando el aburrimiento ya había bostezado por tercera vez, la locura, como siempre tan loca les propuso: —¡Vamos a jugar a las escondidas! La curiosidad sin poder contenerse preguntó: —¿A las escondidas? ¿Cómo se juega eso? —Es un juego en el que yo me tapo la cara para no ver y comienzo a contar desde uno hasta un millón, mientras ustedes se esconden, y cuando haya terminado de contar, los buscaré y al primero que encuentre ocupará mi lugar para continuar con el juego. Ante esa apasionante forma de explicar de la locura, el entusiasmo se contagió, secundado por la euforia. La alegría dio tantos saltos que terminó por convencer a la duda e incluso a la apatía, a quien nunca le interesaba algo.

Pero no todos quisieron participar en el juego. La verdad prefirió no esconderse, ¿para qué?... Porque al final siempre la encuentran. La soberbia opinó que era un juego muy tonto, en el fondo lo que realmente le molestaba era que la idea no hubiese sido de ella. Y la cobardía prefirió no arriesgarse… el pesimismo exclamó: —¡Ay! ¡Qué complicado!, yo, mejor no juego, seguro estoy que a mí me encuentran primero y pierdo. “Uno, dos, tres…” comenzó a contar la locura. La primera en esconderse fue la pereza que, como siempre, se dejó caer tras la primera piedra que encontró en el camino. La fe subió al cielo y la envidia se escondió tras la sombra del triunfo, que con su propio esfuerzo había logrado subir a la copa del árbol más alto. La generosidad, por su parte, casi no lograba esconderse, cada sitio que hallaba le parecía maravilloso para alguno de sus amigos, antes que para ella: 

—“¿Qué tal un lago cristalino?” Mmm…, no, eso es ideal para la belleza. ¿Qué tal la rendija de un árbol? Mmm…, tampoco, eso es perfecto para la timidez. ¡Ya sé! me esconderé en una ráfaga del viento…,mmm..., no, eso es magnífico para la libertad. Así, la generosidad terminó por ocultarse en un rayito de Sol. El egoísmo, en cambio, encontró un sitio muy bueno desde el principio: ventilado, cómodo, pero sólo para él. La mentira se escondió en el fondo de los océanos, mentira, en realidad se escondió detrás del arco iris. La pasión y el deseo, en el centro de los volcanes, y el olvido, se me olvido.

Cuando la locura contaba 999, el amor aún no encontraba sitio para esconderse pues todo se encontraba ocupado, hasta que divisó un rosal y decidió esconderse entre sus flores. —“¡Un millón!” contó la locura y comenzó a buscar. La primera que apareció fue la pereza, estaba a tan sólo tres pasos, junto a una piedra. Después encontró a la fe… la escuchó dialogando con Dios acerca de mover montañas. A la pasión y el deseo los sintió vibrar desde el fondo de los volcanes. En un descuido encontró a la envidia y, claro, pudo deducir dónde estaba el triunfo. Al egoísmo no tuvo ni que buscarlo…él solito salió disparado de su escondite que había sido un nido de avispas. De tanto caminar, la lo cura sintió sed y dirigiéndose al lago, descubrió a la belleza y con la duda, resultó más fácil todavía, pues la encontró sentada sobre una cerca sin decidirá un de qué lado ocultarse.

Así fue encontrando a todos: al talento entre la hierba fresca, a la angustia en una oscura cueva, a la mentira detrás del arco iris y hasta el olvido que ya se había olvidado que estaba jugando a las escondidas. Sólo el amor no aparecía por ningún lado. L a locura buscó detrás de cada árbol, debajo de cada piedra, en la cima de las montañas y cuando estaba por darse por vencida, divisó un rosal y comenzó a mover las ramas. De pronto, un doloroso grito se escuchó, ¡las espinas habían herido los ojos del amor! La locura no sabía qué hacer para disculparse, lloró, rogó, imploró, pidió perdón y hasta prometió ser su lazarillo por toda la eternidad. Desde entonces, desde que por primera vez se jugó a las escondidas en la Tierra, el amor es ciego y la locura siempre lo acompaña.

viernes, 9 de septiembre de 2022

Un Gran Concurso


Un día los animales de la selva decidieron iniciar un particular concurso, ya que en todos ellos rondaba la duda de quién tenía la mejor voz y quizá por ello se organizó de inmediato un concurso de canto, en el cual se anotaron rápidamente casi todos los presentes, desde el jilguero hasta el rinoceronte. Guiados por el sabio búho, quien había aprendido en la ciudad de Atenas, todas las normas de una elección, así se decretó que el concurso se definiría por el voto secreto y universal de todos los concursantes, donde no estaba permitido votar por sí mismo y así serían de esta manera su propio jurado. Así fue, todos los animales, incluido el hombre, pasaron al estrado y cantaron recibiendo un intenso y acalorado aplauso de la audiencia. Luego anotaron su voto en un papelito y lo colocaron doblado en una gran urna que sostenía el búho. El primer voto, hermanos, es para nuestro amigo, ¡el burro! Dijo el búho. Se produjo un silencio, seguido de algunos tímidos aplausos. Segundo voto: ¡burro! Tercero... ¡burro! Los concursantes comenzaron a mirarse, sorprendidos al principio, acusadoramente después y, por último, cuando proseguían apareciendo votos para el burro, cada vez más culposos y avergonzados de sus propios votos. Todos sabían que no había peor canto que el desastroso rebuzno del equino. Sin embargo, uno tras otro, los votos lo elegían como el mejor de los cantores. Y así sucedió que, terminado el escrutinio, quedó decidido por “libre elección” del “imparcial” jurado, que el horrible y estridente canto del burro era el ganador: La mejor voz de la selva y alrededores.

El búho explicó después lo sucedido: cada concursante considerándose a sí mismo el indudable vencedor, había dado su voto al menos calificado de los concursantes: aquél que no podía representar amenaza alguna a su propia proclamación. La votación fue casi unánime. Sólo dos votos no fueron para el burro: el del propio burro que nada tenía para perder y votó sinceramente por la calandria y el del hombre que (cuando no) votó por sí mismo.

domingo, 4 de septiembre de 2022

La Compasión está en los Ojos


Era una noche muy fría, hace muchos años. La barba del anciano estaba vidriada por la helada invernal, mientras esperaba que lo llevaran al otro lado del río. La espera parecía no tener fin. Su cuerpo se entumeció y tensó debido al viento helado del norte. Escuchó el suave y continuo ritmo de los cascos que se acercaban galopando por el helado camino. Observó con ansiedad cuando varios jinetes tomaron la curva. Dejó que pasara el primero, sin hacer esfuerzo alguno por atraer su atención. Después pasó otro y otro más. Finalmente, el último jinete se acercó al sitio donde se encontraba sentado el anciano, como si fuera una estatua de nieve. Cuando este hombre se acercó, el anciano lo miró a los ojos. —Señor, ¿le importaría llevar a un hombre al otro lado? -Preguntó el anciano-. Parece ser que no hay un camino para ir a pie. El jinete detuvo su caballo y respondió: Seguramente. Al ver que el anciano no podía levantar su cuerpo medio congelado del frío, el jinete desmontó y lo ayudó a montar. Llevó al anciano no sólo al otro lado del río, sino hasta su destino, a unos kilómetros de distancia.

Cuando se aproximaron a la pequeña y acogedora cabaña, la curiosidad del jinete lo obligó a preguntar: Señor, noté que dejó pasar a varios jinetes, sin esforzarse por asegurar que lo llevaran. Cuando yo me acerqué, de inmediato me pidió que lo llevara. Siento curiosidad de saber por qué, en una noche invernal tan fría, esperó y selo pidió al último jinete. ¿Y si me hubiera negado y lo hubiera dejado allí?”. El anciano desmontó con lentitud y miró al jinete directamente a los ojos. —He estado por aquí durante algún tiempo -respondió el anciano. Creo conocer muy bien a la gente. Miré a los ojos a los otros jinetes y de inmediato noté que no les preocupaba mi situación. Hubiera sido inútil pedirles que me llevaran. Sin embargo, cuando lo miré a los ojos, su bondad y su compasión fueron evidentes. Supe que su espíritu amable aprovecharía la oportunidad para ayudarme en mi momento de necesidad. Esos comentarios entusiastas conmovieron profundamente al jinete. —Estoy muy agradecido por lo que dijo, comentó el jinete al anciano. Espero nunca estar demasiado ocupado en mis propios asuntos y no responder a las necesidades de otras personas con amabilidad y compasión. Después de pronunciar esas palabras, Thomas Jefferson hizo que su caballo diera la vuelta y regresó a la Casa Blanca.

Lo Que Esperamos Los Hijos De Nuestros Padres


En una reunión de padres de familia, un joven pidió la palabra para leer un escrito que había hecho con varios de sus compañeros. El rector, un poco sorprendido, aceptó la lectura del siguiente documento:

Son muchas las ocasiones en las que se escucha a los padres manifestar lo que quisieran de sus hijos cuando crezcan. Por ejemplo, que sean grandes profesionales, exitosos y responsables. Hablando de hoy, que obedezcamos, que ayudemos en la casa, que seamos educados con papá y mamá, y que no nos peleemos con nuestros hermanos; en fin, esperan muchas cosas de nosotros.

Pero alguna vez, desde su perspectiva de padre o madre, ¿ha pensado lo que nosotros, sus hijos o hijas, esperamos de ustedes? Compréndannos. Sabemos que ustedes trabajan, pero nosotros estudiamos (aunque a veces no les parezca); no somos multiusos y también nos cansamos; no somos perfectos y tenemos errores, pero los tenemos a ustedes para ayudarnos a mejorar. Nos gustan cosas diferentes a las que les gustan a ustedes, porque los tiempos cambian y las costumbres también. No esperen que nos vistamos como ustedes ni que actuemos como ustedes; compréndannos, somos diferentes a ustedes.

Respétennos. Respeten nuestras decisiones y respeten nuestras opiniones puesto que unas y otras reflejan nuestra manera de ser; por lo mismo respeten también nuestras preferencias. Respeten nuestra privacidad, pues tenemos derecho aguardar secretos. Además, respeten nuestros sueños y metas: tal vez no sean lo que ustedes desean, pero si los tenemos es porque al menos deseamos cumplirlos. Apóyennos. No se imaginan cuanto necesitamos de ustedes, son nuestra fuerza para poder cumplir todos esos sueños y deseos. Apóyennos en lo que elijamos en nuestra vida, ya sea nuestra carrera, nuestra novia o novio, nuestros amigos, o en las metas que nos propongamos. Exprésennos abiertamente ese apoyo y así saldremos adelante con mayor facilidad.

Escúchennos. Escuchen cuando les hablemos: no solo hablen ustedes. Escuchen nuestras historias, pero demuestren sus ganas de oírnos. Escuchen nuestros problemas e inquietudes, escuchen nuestros sentimientos, escuchen nuestros reclamos y gritos. Respeten nuestras alegrías y festejos. Por más insignificantes que sean las cosas que les contamos, óigannos, lo necesitamos. Oriéntennos. Tal vez muchas veces lo hayan intentado y no los hemos aceptado: perdónennos por no hacerlo, pero por favor nunca dejen de aconsejarnos y guiarnos. Ustedes son los de la experiencia, lo reconocemos, pero no nos obliguen tampoco a seguirlos, no nos dejen caer y fallar; si nos van a ayudar para el futuro, y soy terco, cuando eso pase jálennos las orejas y póngannos de nuevo en el camino correcto.

Pero lo más importante: sean nuestro ejemplo, nuestro modelo a seguir. No nos exijan cosas que ustedes no dan: no nos exijan paciencia si ustedes nos gritan; no nos exijan respeto si nos insultan y ofenden; no pidan que cumplamos lo que prometemos si ustedes no lo hacen; no nos pidan amor si no nos lo dan; no nos pidan besos y abrazos si lo que recibimos a cambio son gritos y golpes. Los queremos y mucho, nos encanta que sean nuestros papás y mamás, nos encanta estar con ustedes, pero, así como nos piden cosas, nosotros también se las pedimos y no por venganza sino por necesidad. Los necesitamos, necesitamos de ustedes y de su amor; necesitamos sus besos y sus abrazos, pero también necesitamos que nos dejen volar.

Sabemos que ustedes no son perfectos, nosotros tampoco lo somos. Sabemos que no nos pueden cumplir todos los caprichos, pero lo material no nos importa. Sabemos que hacen las cosas por nuestro bien y se lo agradecemos. Sabemos que desean lo mejor para nosotros, y también deseamos lo mejor para ustedes. Sabemos que no quieren que suframos, pero de repente es bueno sufrir y tropezar, y tal vez así nos levantaremos más fuertes y venceremos. Los queremos mucho y gracias por todo.


Moraleja

Los chicos y chicas están cuestionando mucho la conducta de sus padres. No entienden muchos de sus comportamientos: pero los padres también tienen inmensas brechas de comunicación con sus hijos y se dan enormes incomprensiones. Este mensaje figurado de los hijos a los padres nos pone a pensar en que los hijos también son personas. Lo peor de todo es que las comunicaciones, cuando fallan del lado paterno o materno, se convierten en situaciones de poder, en órdenes tajantes y no en razonamientos. De ahí en adelante la causa está perdida y la interacción se rompe por algún tiempo.  Realmente no es el rol de amigo el que espera un chico en formación de su papá o de su mamá, puesto que un amigo no reprende, no evalúa, no establece límites, no disciplina. Un amigo es complaciente y hasta cómplice, casi nunca recrimina y no se opone a los gustos del amigo.

jueves, 1 de septiembre de 2022

Un Error Afortunado


En el salón de clase había dos alumnos que tenían el mismo apellido: Gonzáles. Uno de los Gonzáles, el más pequeño, era un verdadero dolor de cabeza para la maestra: indisciplinado, poco apegado a los estudios, un buscapleitos. En cambio, el otro Gonzáles, era un alumno ejemplar, responsable y todo un caballero.

Un día, al final del mes, se realizó la reunión de padres de familia, al terminar la reunión, una señora de modales muy finos se acercó y se presentó frente a la maestra como la mamá de Gonzáles. La maestra, creyendo que se trataba de la mamá del alumno ejemplar, se deshizo en alabanzas y felicitaciones y repitió varias veces que era un verdadero placer tener a su hijo como alumno. A la mañana siguiente, el Gonzáles revoltoso llegó muy temprano al colegio y fue directo en busca de su maestra. Cuando la encontró, le dijo casi entre lágrimas: Muchas gracias profesora por haberle dicho a mi mamá que yo era uno de sus alumnos preferidos y que era una alegría tenerme en su clase. ¡Con qué felicidad me lo decía mi madre! ¡Qué feliz estaba! Yo sé que hasta ahora no he sido bueno y me he hecho castigar mucho, pero desde ahora le prometo que voy a cambiar. La maestra cayó en la cuenta de su error, pero no dijo nada. Sólo sonrió y acarició levemente la cabeza de Gonzáles en un gesto de profundo cariño. Con el pasar del tiempo, el pequeño Gonzales cambió totalmente desde entonces y fue realmente, un placer tenerlo en clase, ahora la maestra dice: ahora tengo 2 Gonzales ejemplares.

Moraleja

Muchas veces, las expectativas que tenemos de una persona, de una u otra forma se las comunicamos y es probable que se conviertan en realidad. Las expectativas que los profesores tienen, representan uno de los factores más poderosos en el rendimiento escolar de los alumnos. Si el maestro tiene expectativas positivas sobre sus alumnos, ellos lo notan y logra que estos avancen. Lo mismo si son negativas. Si el maestro está convencido de que sus alumnos son incapaces, los vuelve incapaces. Como dice el dicho: “Si piensas que tu alumno es un idiota, si en realidad no lo es, pronto lo va a ser”.  Si, por lo contrario, el maestro está convencido de que tiene en su salón un grupo de triunfadores, los vuelve triunfadores. Si el maestro tiene una autoestima positiva, valora su trabajo y se encuentra a gusto consigo mismo, sus alumnos lo notan.

Por el contrario, el maestro amargado, sin entusiasmo ni ilusión, cubre toda la acción educativa con un manto de pesimismo y frena las capacidades de sus alumnos. 

Evita toda palabra, gesto u opinión ofensiva. Subraya siempre lo positivo, y sobre todo, no dejes nunca de querer a tus alumnos. Querer a los alumnos no es exagerar en halagos, haciendo que tengan una falsa autoestima. Querer a los alumnos supone interesarse por ellos, por su crecimiento y su desarrollo integral, alegrarse de sus éxitos, aunque sean pequeños y sobre todo, nunca perder la fe.

Vive y enseña a vivir para hacer felices a los que te rodean. En vez de preguntarte qué te van a dar los demás, pregúntate qué vas a darles tú. Proponte vivir de tal modo que todos los que te tratan y conocen sientan una dicha tenerte.  Esfuérzate, desde que te levantas, por ser un regalo para todos los que te consigas en el día. Que consideren un don haberse encontrado contigo. Que de tu conversación salgan fortalecidos. Piensa en lo mucho que se te ha dado, en lo privilegiado que eres. Porque se te ha dado mucho, debes mucho a los demás.

 

El Payaso Acróbata


Cuenta una bellísima leyenda francesa del siglo XII que un acróbata y payaso, hastiado de recorrer el mundo, llegó a la abadía de los monjes con la intención de incorporarse allí y dedicarse por entero al servicio de Dios. Tengo que devolverle a Dios lo que Dios me a dado a mi, decía el payaso. Muy pronto, sin embargo, cayó en la cuenta de que no estaba preparado para vivir la vida de los monjes. No sabía leer ni escribir, no sabía las oraciones, era muy torpe para los trabajos manuales y los ratos de oración se le hacían interminables. A medida que pasaban los días, se veía cada vez más triste y deprimido, como si un manto de tristeza cubriera su alma.

Un, día, muy temprano en la mañana, mientras los demás monjes estaban rezando, el payaso acróbata se puso a vagar por la abadía  y llegó a la capilla de la iglesia, donde descubrió  una imagen de la virgen sentada en su trono. El payaso observó con tal atención el rostro cariñoso y compasivo de la virgen, sintió que no había hecho nada en su vida para demostrarle a la virgen su amor de hijo. Como lo único que sabía hacer bien era brincar y bailar, se despojó de su pesado hábito y empezó a ejercitar para la virgen sus mejores saltos, muecas y cabriolas, mientras le rogaba que aceptara su actuación como prueba de su amor. Desde ese día, mientras los demás monjes se entregaban a sus oraciones, el payaso bailaba, brincaba y ejercitaba sus mejores actos con toda devoción para la virgencita de la cripta.

Un día, mientras hacía sus acrobacias, un monje lo sorprendió haciendo sus brincos y payasadas, muy escandalizado, corrió a contárselo al abad.  Bajaron los dos en silencio a la cripta y, ocultos detrás de una columna, presenciaron atónitos la actuación del acróbata, ofendidos por las payasadas que según ellos, era un acto del demonio  e insultaba a la imagen virgen, el payasito sentenciado a morir en la hoguera por sus sacrilegios y nunca más se volvió escuchar las risas del payaso acróbata en el monasterio.

Moraleja

Cuan injustos podemos llegar a ser, veamos dos  veces antes de pensar, pensemos dos veces antes de hablar, y hablemos antes de enojarnos.

Todos nacimos para ser algo en la vida, y ese algo que sabemos hacer, nadie lo hace como nosotros. Uno es lo que es y a veces pretender hacer otra cosa nos puede traer problemas.

martes, 30 de agosto de 2022

Tanto Para Aprender



Aprendí que la mayoría de las cosas por las que me preocupo nunca suceden. Aprendí que cada logro alguna vez fue considerado imposible. Aprendí que nada de valor se obtiene sin esfuerzo. Aprendí que la expectativa es con frecuencia mejor que el suceso en sí. Aprendí que aun cuando tengo molestias, no necesito ser una molestia. Aprendí que nunca hay que dormirse sin resolver una discusión pendiente. Aprendí que no debemos mirar atrás, excepto para aprender. Aprendí que cuando alguien aclara que se trata de principios y no de dinero, por lo general se trata de dinero. Aprendí que hay que luchar por las cosas en las que creemos. Aprendí que las personas son tan felices como deciden serlo. Aprendí que la mejor y más rápida manera de apreciar a otras personas es tratar de hacer su trabajo. Aprendí que los días pueden ser largos, pero la vida es corta. Aprendí que, si tu vida está libre de fracasos, es porque no has arriesgado lo suficiente. Aprendí que es bueno estar satisfecho con lo que tenemos, pero nunca con lo que somos.

Aprendí que podemos ganar un centavo en forma deshonesta, pero que más tarde este nos costará una fortuna. Aprendí que debo ganar el dinero antes de gastarlo. Aprendí que debemos apreciar a nuestros hijos por lo que son y no por lo que deseamos que sean. Aprendí que el odio es como el ácido: destruye el recipiente que lo contiene. Aprendí que planear una venganza sólo permite que las personas que nos hirieron lo hagan por más tiempo. Aprendí que las personas tienen tanta prisa por lograr una "buena vida" que con frecuencia la vida pasa a su lado y no la ven. Aprendí a no dejar de mirar hacia el futuro; que todavía hay muchos buenos libros para leer, puestas de sol que ver, amigos que visitar, gente a quien amar y viejos perros con quienes pasear. Aprendí que todavía tengo mucho que aprender.

La Felicidad Es El Camino


Nos convencemos de que la vida será mejor después de cumplir los 18 años, después de casarnos, después de conseguir un mejor empleo, después de tener un hijo, después de tener otro. Luego nos sentimos frustrados porque nuestros hijos no son lo suficientemente grandes, y pensamos que nos sentiremos felices cuando lo sean. Después nos lamentamos porque son adolescentes difíciles de tratar; ciertamente, nos sentiremos más felices cuando salgan de esa etapa. Nos decimos que nuestra vida será completa cuando a nuestra pareja le vaya mejor, cuando tengamos un mejor auto o una mejor casa, cuando podamos ir de vacaciones, cuando estemos retirados. La verdad es que no hay mejor momento que este para ser felices. Si no es ahora, ¿cuándo? Una de nuestras frases favoritas es de Alfred de Souza: "Por largo tiempo parecía para mí que la vida estaba a punto de comenzar, la vida de verdad. Pero siempre había un obstáculo en el camino, algo que resolver primero, algún asunto sin terminar, tiempo por pasar, una deuda que pagar; entonces la vida comenzaría. Hasta que me di cuenta de que estos obstáculos eran mi vida".

Esta perspectiva nos ha ayudado a ver que no hay camino a la felicidad: la felicidad es el camino. Debemos atesorar cada momento, mucho más cuando lo compartimos con alguien especial, y recordar que el tiempo no espera a nadie. No esperes hasta terminar la escuela, hasta volver a la escuela, hasta bajar diez kilos, hasta tener hijos, hasta que los hijos vayan a la escuela, hasta que se case, hasta que se divorcie, hasta el viernes por la noche, hasta la primavera, el verano, el otoño o el invierno, o hasta que muera, para aprender que no hay mejor momento que este para ser feliz. La felicidad es un trayecto, no un destino. Trabaja como si no necesitaras dinero, ama como si nunca te hubieran herido y baila como si nadie te estuviera viendo.

jueves, 25 de agosto de 2022

Sembrar El Futuro

En un oasis escondido en los más lejanos paisajes del desierto, se encontraba de rodillas el viejo Hakim, al costado de algunas palmas datileras. Su vecino Mohammed, un acaudalado mercader, se detuvo en el oasis para abrevar sus camellos y vio a Hakim transpirando, mientras parecía cavar en la arena.¿Qué tal, anciano? La paz sea contigo.Y contigo -contestó Hakim sin dejar su tarea.¿Qué haces aquí, con esta temperatura, trabajando con esa pala? Siembro, contestó el viejo. ¿Qué siembras aquí, Hakim?Dátiles, respondió el viejo señalando las palmeras. ¡Dátiles!, repitió el recién llegado, y cerró los ojos como quien escucha la mayor estupidez. El calor te ha dañado el cerebro, querido amigo. Ven, deja esa tarea y vamos a la tienda a beber una copa, No, debo terminar la siembra, luego, si quieres, beberemos.

-Dime, amigo, ¿Cuántos años tienes?No sé: sesenta, setenta, ochenta, no sé...lo he olvidado. Pero eso, ¿Qué importa?Mira, amigo, las datileras tardan más de cincuenta años en crecer, y sólo entonces están en condiciones de dar frutos. Yo no estoy deseándote el mal y lo sabes, ojalá vivas hasta los cien años, pero tú sabes que difícilmente podrás llegar a cosechar algo de lo que hoy siembras. Deja eso y ven conmigo. Mohammed, yo comí los dátiles que otro sembró, otro que tampoco soñó con probarlos. Siembro hoy para que otros puedan comer dátiles mañana. Y aunque sólo fuera en honor de aquel desconocido, vale la pena terminar mi tarea.

Me has dado una gran lección, Hakim; déjame que te pague esta enseñanza, poniendo en la mano del viejo una bolsa de cuero llena de monedas. Te lo agradezco. Ya ves, a veces pasa esto: tú me pronosticabas que no llegaría a cosecharlo que sembrara. Parecía cierto y, sin embargo, mira: todavía no termino de sembrar y ya coseché una bolsa de monedas y la gratitud de un amigo.Tu sabiduría me asombra, anciano. Esta es la segunda gran lección que me das hoy, y es quizás más importante que la primera. Déjame, pues, que pague también esta lección con esta otra bolsa de monedas.Y a veces pasa esto, siguió el anciano, extendiendo la mano para mirar las dos bolsas: sembré para no cosechar, y antes de terminar de sembrar ya coseché no sólo una, sino dos veces.Ya basta, viejo, no sigas hablando. Si sigues enseñándome cosas no me alcanzará toda mi fortuna para pagarte.

Moraleja

Esperamos resultados inmediatos, queremos todo ya. Decimos que no estamos inmersos en la sociedad de consumo, pero maldecimos las escasos segundos que este mensaje tarda en llegar, o los que demora el semáforo en cambiar de color.

La Mejor Dádiva

En una pequeña ciudad de Italia, los fieles fueron invitados un día de fiesta a depositar una limosna delante del altar. Quien diera una cosa realmente aceptada por el Señor, sería testigo de un milagro, sabría que su ofrenda le había agradado a Dios. Todos se apresuraron a traer los objetos más costosos, dinero, joyas, piedras preciosas, piezas de oro y plata, vestidos caros, estatuas magníficas. Eran ofrendas llenas de vanidad, rebosantes de orgullo. La gracia divina no reconoció ninguna señal reveladora de aquellas ofrendas. Y todos dejaban el templo, cabizbajos, avergonzados, por haber ofendido a Dios. Al caer la tarde, una joven pobremente vestida, se presentó ante el altar solamente trayendo un collar hecho de hilo y piedritas, este collar me lo hizo mi hija antes de que falleciera de cáncer, solo tenía 9 años, sé que no vale nada para ti pero vale mucho para mí, dijo la mujer. Después se levantó y salió de la catedral con el semblante tranquilo y alegremente iluminado. Entonces todos los fieles miraron hacia el altar y, ¡oh milagro del cielo! Dos lirios blancos habían surgido en el altar, su blancura era deslumbrante y su perfume inundaba el aire. Era la señal prometida. La pobre niña no tenía ricos presentes que ofrecer, pero se regaló ella misma y aquella humilde pero sublime ofrenda fue aceptada por el Señor, ya que entregó todo lo que tenía.

martes, 23 de agosto de 2022

La Pregunta Más Importante

 

En cierta ocasión, durante mi segundo semestre en la escuela de enfermería, el profesor nos hizo un examen sorpresa. Leí rápidamente todas las preguntas, hasta llegar a la última: ¿Cómo se llama la mujer que limpia la escuela?, Seguramente era una broma. Yo había visto muchas veces a la mujer que limpiaba la escuela. Era alta, de cabello oscuro, unos 5O años, pero, ¿Cómo iba a saber su nombre? Entregué el examen sin contestar la última pregunta. Antes de que terminara la clase, alguien le preguntó al profesor si esa pregunta contaría para la calificación. Definitivamente, contestó. En sus carreras ustedes conocerán a muchas personas. Todas son importantes. Ellas merecen su atención y cuidado, aun si ustedes sólo les sonríen y dicen: ¡Hola!" Nunca olvidé esa lección, y supe luego que su nombre era Dorothy. Ahí me di cuenta de que todos somos importantes. 

Moraleja

La vida da muchas vueltas, un dia estás arriba y otro abajo. Hay que llevarse bien con todos, la humildad ante todo. 

El Sentido de la Vida

–Cuál es el sentido de la vida? Gorjeaba el ruiseñor. –¿Qué otra cosa sino cantar? Y rompió el aire con sus trinos. –¿Cómo va a ser el canto? Gritó un topo negro, –de ninguna manera, luchar continuamente con la oscuridad; en eso consiste la vida. –¡Eso sí que no! Objetó una mariposa de irisados colores. –Goces y alegría; esto es la vida. Tampoco tú tienes la razón, –le contestó una abeja, porque el sentido de la vida consiste en trabajar esforzadamente cada día, más trabajo que alegría. –¡Ah, es verdad! suspiró una hormiga. Más trabajo y cansancio que alegría. Desde las alturas bajó ruidosamente la voz de un águila: –Ninguno de ustedes tiene razón. La vida es libertad y poder, y ascenso a las alturas azules. Entonces se enzarzaron en la discusión las mismas plantas. El pino esbelto dio la razón al águila, afirmando que la vida es el ascenso a las alturas.

La rosa de los Alpes y la siempreviva fueron del parecer de la hormiga: –la vida no es más que lucha continúa y constante penar. La rosa y el lirio dijeron que la vida ha de ser pura alegría y mero encanto. También la nube hizo descender su voz: –La vida es amargura, llanto y lágrimas. Los ríos, que corren rápidos, gritaron sin pararse: –La vida es un continuo perecer; es un simple pasar…Y cuando el desconcierto y la contradicción y el desorden más caótico estaba en su apogeo, comenzó a repicar la campana de Navidad, y enmudeció como por encanto aquella algarabía del discutir, del filosofar y del charlar, y en el silencio repentino comprendieron todos la verdad de que la verdadera vida está en la paz y en la alegría, en la fuerza y en la armonía, en el empuje y en el valor, en la fidelidad y en la pureza.

domingo, 21 de agosto de 2022

Si Dios Quiere

Dos amigos se encuentran en el camino y uno le pregunta al otro, ¿Dónde vas? Voy al mercado a comprar un burro, será si Dios quiere, no hace falta decir si dios quiere, le responde el amigo tengo dinero y en el mercado venden burros así que no hay duda de que regresaré con un burro, si Dios quiere, acuérdate que siempre hay que decir si Dios quiere, el amigo se fue y camino al mercado unos ladrones robaron el dinero que traía, se quedó sin nada, pero como se sentía humillado por la situación fue con el vendedor de burros y lo convenció de que se lo entregara con la promesa de que en breve se lo pagaría a un precio más alto.

De vuelta a su caso otros ladrones le robaron al burro, y de yapa le dieron una paliza, ya de noche venia de regreso por el camino cuando se encontró de nuevo con su amigo, ¿de dónde vienes con ese aspecto? Me han robado el dinero si Dios quiere, también me han robado el burro si Dios quiere, tengo una deuda que no sé cómo pagar si Dios quiere, me han dado una paliza si Dios quiere, voy a que me vea el médico si Dios quiere y maldito sea tu padre si Dios quiere.

La humildad de un santo

Érase una vez un hombre tan piadoso que hasta los ángeles se alegraban viéndolo. Pero, a pesar de su enorme santidad, no tenía ni idea de que era un santo. Él se limitaba a cumplir sus humildes obligaciones, difundiendo en torno suyo la bondad de la misma manera que las flores difunden su fragancia, o las lámparas su luz. Su santidad consistía en que no tenía en cuenta el pasado de los demás, sino que tomaba a todo el mundo tal como era en ese momento, fijándose, por encima de la apariencia de cada persona, en lo más profundo de su ser, todos eran inocentes y honrados. Por eso amaba y perdonaba a todo el mundo, y no pensaba que hubiera nada extraordinario en ello, porque era la consecuencia lógica de su manera de pensar.

Un día le dijo un ángel: Dios me ha enviado a ti. Pide lo que desees, y te será concedido. ¿Deseas, tal vez, tener el dónde curar?” No, respondió el hombre, preferiría que fuera el propio Dios quien lo hiciera. ¿Quizá te gustaría devolver a los pecadores al camino recto?” No, respondió el hombre, no es para mí eso de conmover corazones humanos. Eso es propio de los ángeles ¿Preferirías ser un modelo tal de virtud que suscitaras en la gente el deseo de imitarte? No, dijo el santo, porque eso me convertiría en el centro de atención. Entonces, ¿qué es lo que deseas?, preguntó el ángel. La gracia de Dios, respondió él. Teniendo eso, no deseo tener nada más. No, le dijo el ángel, tienes que pedir algún milagro; de lo contrario, se te concederá cualquiera de ellos, no sé cuál. Está bien; si es así, pediré lo siguiente: deseo que se realice el bien a través de mí, sin que yo me dé cuenta. De modo que se decretó que la sombra de aquel santo varón, con tal de que quedara detrás de él, estuviera dotada de propiedades curativas. Y así, cayera donde cayera su sombra y siempre que fuese a su espalda, los enfermos quedaban curados, el suelo se hacía fértil, las fuentes nacían a la vida, y recobraban la alegría los rostros de los agobiados por el peso de la existencia. Pero el santo no se enteraba de ello, porque la atención de la gente se centraba de tal modo en su sombra que se olvidaban de él; y de este modo se cumplió con creces su deseo de que se realizara el bien a través de él y se olvidaran de su persona.

las más vistas