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jueves, 23 de junio de 2022

La Bolsa De Piedras

En una noche oscura, antes de la salida del sol, un pescador fue al río. Cerca de la orilla sintió algo debajo de sus pies, y descubrió que era una pequeña bolsa de piedras. Recogió la bolsa y su red de pescar, se sentó a la orilla del agua, esperando la salida del sol para recoger lo que había pescado. Perezosamente, cogió una piedra de la bolsa y la lanzó al agua. "Plop", se oyó en el agua. Entretenido con el sonido lanzó otra piedra. Al no tener otra cosa que hacer, siguió lanzando las piedras, una por una... Poco a poco el sol se levantó. Llegó la luz. Ya para entonces había lanzado todas las piedras, excepto una. La última piedra estaba en su palma. Su corazón casi se detuvo cuando, a la luz del día, vio lo que tenía en la mano. ¡Era una piedra preciosa! En la oscuridad, había arrojado muchas de ellas. ¡Cuánto había perdido sin darse cuenta! Lleno de remordimientos, se maldijo a sí mismo, sollozó, lloró y casi enloqueció de pesar. Por accidente, se había encontrado con una gran riqueza que podría haberle proporcionado un extraordinario bienestar en su vida. Pero sin darse cuenta, la había perdido en medio de la oscuridad. Y sin embargo, era afortunado, pues aún le quedaba una gema: la luz había llegado antes que arrojara la última "piedra".

En general, la mayoría no es tan afortunada. La oscuridad te rodea por todos lados, el tiempo se va consumiendo, el sol no se levanta y ya hemos desperdiciado todas las gemas de la vida. Dicen que al diablo le gusta tener las cosas en la oscuridad, cuando le metes luz, el diablo pierde su poder. La vida es un gigantesco tesoro, y el hombre no hace otra cosa que desperdiciarla, pues sabemos que la experiencia es como un peine que te llega cuando te quedas calvo. Cuando llegamos a darnos cuenta de la importancia de la vida, ya se nos ha escurrido entre los dedos. Sin embargo, sin importar lo que se haya perdido hasta ahora, si aún queda un poco de vida, si sólo queda una "piedra", aún puede ser salvada. Nunca es demasiado tarde para aprender. Y especialmente en la búsqueda de la Verdad de la Vida, nunca es tarde; no hay motivo para entristecerse.

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