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jueves, 27 de octubre de 2022

Sirenas O Ballenas


Hace algún tiempo se vio por las calles de Sao Paulo un cartel de la empresa Runner, una de las cadenas de gimnasios más renombradas del Brasil, haciendo propaganda con la foto de una chica escultural alzando pesas con la siguiente frase:

«Este verano qué prefieres ser: ¿sirena o ballena?».

La historia dice que una joven mujer de esa ciudad le envió el siguiente mensaje a la cadena de gimnasios en respuesta a su frase publicitaria: Estimados señores:

A propósito de su publicidad en la calle, animándonos a ser sirenas en vez de ballenas, quisiera hacerles los siguientes comentarios: Las ballenas están siempre rodeadas de amigos: tienen una vida sexual activa, se embarazan y tienen ballenitas muy tiernas. Las ballenas amamantan, hacen vida social con los delfines y se lo pasan comiendo cebiche de camarones.

También se divierten jugando en el agua y nadando por ahí, surcando los mares, conociendo lugares maravillosos como las aguas cálidas de Chocó, los hielos de la Antártica y los arrecifes de coral de la Polinesia. Las ballenas modulan muy bien y tienen grabados muchos discos con sus cantos y murmullos. Como las ballenas son enormes, casi no tienen depredadores naturales. En cambio, las sirenas no existen. Si existieran, vivirían en permanente crisis existencial: «¿Soy un pez o soy un ser humano?». Yo agregaría algo peor: no tienen por donde hacer el amor. ¡Válgame Dios!

Las sirenas son hermosas, sí, pero aparecen siempre tristes y solitarias, llamando gente a que las acompañe, en especial, a los marinos que pasan cerca de ellas. Pero ¿quién quiere acercarse a una criatura que huele a pescado crudo?

Runner querido, prefiero ser ballena.

martes, 18 de octubre de 2022

Buscando Un Marido Rico


Una mujer escribió a la sección de asesoría financiera de una revista especializada pidiendo consejos sobre cómo conseguir un marido rico. —Soy una chica linda, maravillosamente linda de veinticinco años. Estoy bien formada, tengo buen cuerpo y además tengo clase. Quiero casarme con alguien que gane como mínimo US$100 000 dólares al año. Estuve de novia con hombres que ganan de 30 mil dólares, pero yo quiero pasar de eso pues esta suma no me permitirá vivir en el mejor barrio y tener los lujos que merezco. A mi clase de yoga va una mujer que no es tan bonita como yo, ni es inteligente, pero se casó con un banquero y vive en Miami. ¿Qué es lo que ella hizo y yo no he hecho? ¿Cómo puedo llegar al nivel de ella? ¡Por favor, necesito sus consejos!

Atte: H. S.


Esa petición ya es graciosa, pero lo mejor de la historia es que el asesor de la sección respectiva le dio una respuesta seria y bien fundamentada, en lenguaje económico. —Leí su consulta con gran interés, pensé cuidadosamente en su caso e hice un análisis financiero de su situación. En primer lugar, yo me ofrezco como candidato y no estoy haciéndole perder tiempo, pues gano más de 100 mil dólares por año.

Aclarado esto, considero los hechos de la siguiente forma: lo que usted ofrece, desde la perspectiva de un hombre como el que busca, es simplemente un pésimo negocio. Voy a decirle por qué: dejando los rodeos a un lado, lo que usted propone es un simple negocio en el que usted pone la belleza física y yo pongo el dinero. La propuesta es así de clara, sin ninguna duda.

No obstante, existe un problema: con toda seguridad, su belleza va a decaer y un día, va a terminar, pero lo más probable es que mi dinero continúe creciendo. Así, en términos financieros, usted es un activo que sufre depreciación acelerada y yo soy un activo que rinde dividendos y crece. Usted no solo sufre desvalorización sino que, como esta es progresiva, ¡aumenta siempre! Le aclaro más: usted tiene hoy veinticinco años y va a continuar siendo linda durante los próximos quince años, pero siempre un poco menos cada año, y de repente, si se compara en el futuro con una foto de hoy, verá que ya estará envejecida.

En términos bursátiles esto quiere decir que usted, como las acciones de la bolsa, está hoy en «baja», es decir, una época ideal para ser vendida, no para ser comprada. Usando el lenguaje que se utiliza en Wall Street, su acción de encuentra en trading position (posición para comercializar), y no en buy and hold (comprar y retener), que es para lo que usted se está ofreciendo. Por lo tanto, todavía en términos comerciales, el matrimonio (que es un buy and hold) no es un buen negocio con usted, ni a mediano, ni a largo plazo; pero en cambio alquilarla por un tiempo (leasing), puede ser un negocio muy razonable que podemos discutir y ensayar.

Yo pienso que, si me presenta un certificado de cuán bien formada, con clase y maravillosamente linda es, yo probablemente sea un futuro arrendatario (leasing) de ese «activo». En tal sentido le propongo que hagamos lo que, para estos casos, es una práctica habitual: hagamos una prueba, o sea un test drive, para validar el interés mutuo de concretar una operación a largo plazo. Pero le ofrezco, además, como garantía, que, si no es exitoso nuestro test de prueba, puedo conseguirle otros candidatos interesados. ¿Cuándo le doy cita en mi agenda?

Atentamente, R. S.

sábado, 8 de octubre de 2022

Un Pequeño Gran Empresario

 


En una ocasión, un señor estaba vendiendo algunas baratijas en una esquina y un rico comerciante se acercó para comprarle un corta uñas. Pasaron algunos meses, y ambas personas coincidieron en el viaje de un banco, el rico comerciante reconoció al humilde vendedor, caminó hacia él y lo saludó amigablemente con esta frase: Hola  colega, usted es el pequeño empresario a quien compré un corta uñas, muy bueno por cierto, gracias. El sólo hecho de haberlo llamado “colega” y “empresario” le dio tanta confianza y seguridad al humilde vendedor, que desde aquel momento, sus pequeños negocios crecieron y se convirtieron en grandes negocios, se han multiplicado sus trabajos y ahora tiene seis puestos fijos y dos semifijos donde da empleo a más de diez personas.

Moraleja

A veces un pequeño gesto puede hacer una gran diferencia, la humildad del grande, engrandece la confianza del pequeño.

martes, 20 de septiembre de 2022

Comprar Un Padre


Una joven pareja entró en el mejor almacén de la ciudad. Primero comenzaron a ver objetos para jóvenes y finalmente cuando estaban a punto de retirarse, fueron al sector infantil. Ambos se entretuvieron mirando los juguetes en las estanterías. Los había de todo tipo, pero no llegaban a decidirse. Al verlos dudando, una dependiente muy simpática se les acercó y les preguntó por sus intereses.

—Mira, le explicó la mujer a la empleada, —tenemos una niña muy pequeña, pero estamos casi todo el día fuera de casa y a veces, hasta en la noche. Es una hermosa niña, pero casi no sonríe, añadió el hombre. —Quisiéramos comprarle algo que la hiciera feliz, algo que le diera alegría aun cuando estuviera sola, algo que la acompañara, que le ayudara en su desarrollo psicomotriz…—Lo siento, respondió la empleada mirándolos seriamente, —pero aquí no vendemos padres.


Moraleja

Hasta una empleada puede intuir la soledad de la niña, niños que también padecen de depresión y estrés por causa de la soledad. Recibiendo juguetes de sus padres, porque ellos no les pueden dedicar el tiempo necesario para amarlos. Así acallan tal vez sus sentimientos de culpa.

El Televisor

 




Mientras oraba antes de acostarse, un niño pidió a Dios con mucha devoción: –Señor, esta noche te pido algo especial: por favor conviérteme en un televisor. Quisiera ocupar su lugar. Quisiera sentir lo que vive la tele de mi casa. Es decir, tener un cuarto especial para mí y reunir a todos los miembros de la familia a mí alrededor. Yo vivo en el sótano a lado de la lavadora, "Quiero ser tomado en serio cuando hablo.

Convertirme en el centro de atención y ser aquel al que todos quieren escuchar sin interrumpirlo ni cuestionarlo. Quisiera sentir el cuidado especial que recibe la tele cuando algo no funciona, porque cuando se descompone llaman al técnico. Quiero tener la compañía de mi papá cuando llega a casa, aunque esté cansado del trabajo. Y que mi mamá me busque cuando esté sola y aburrida, en lugar de ignorarme. Y que mis hermanos se peleen por estar conmigo. Todo eso lo hacen por la tele y no por mí.

miércoles, 14 de septiembre de 2022

El Valor Del Trabajo

 


Estela se levantó ese día más temprano que de costumbre. En la clínica donde trabajaba, se realizaría una conferencia con un experto en recursos humanos quien tocaría el tema del valor del trabajo. Como su jefe estaba en un congreso de actualización por un par de días, aprovechó para asistir al evento.

Efectivamente, allí estaba ella, tomando nota de todas aquellas investigaciones y teorías acerca de la importancia del trabajo. Entre otras cosas, se habló de la motivación para trabajar y de todas las satisfacciones que hacen que las personas se sientan verdaderamente útiles; el nombre que el conferencista le daba a este sentimiento de felicidad en el trabajo era el de: «autorrealización!». Mientras ella observaba silenciosa y reflexionaba sobre el tema, recordaba que siempre había querido estudiar medicina, pero, viviendo en una pequeño pueblo e hija de un obrero, se privó de entrar a la universidad. Luego de su bachillerato estudió entonces en su pueblo algunos cursos de primeros auxilios y mecanografía.

Uno de sus tíos que vivía en la capital los visitó cierto día, y se interesó por el futuro de Estela. Gracias a su oficio de visitador médico, tenía muy buenas relaciones con profesionales de la medicina y podría conseguirle algo a su sobrina; se ofreció además para que viviera en su casa con su esposa mientras ella se independizaba. Así sucedió y pronto estaba trabajando en la gran ciudad, en un notable centro médico, con un oncólogo joven, pero de muy alto reconocimiento por su profesionalismo y seriedad.

Algo que le impresionó a Estela en la entrevista de selección con su jefe fue una imagen de Cristo, en una sala de cirugía, guiándole la mano con cuidado al cirujano que operaba. Este dibujo estaba detrás de la silla del oncólogo. Ella pensó: Este doctor no se cree Dios, sino que cree en Dios, es por eso que debe ser buen médico y ser humano. Inmediatamente puso todo su empeño en salir bien de su entrevista, y muy pronto comenzó su tarea de secretaria.

Al terminar la conferencia, Estela abrió el consultorio y comenzó sus tareas cotidianas. Lo primero que hizo fue llamar a cada paciente y recordarle su cita para el lunes de la semana siguiente, al regreso de su jefe. Enseguida revisó las cirugías programadas de la semana, confirmó todos los protocolos en la clínica incluyendo comunicarse con Anestesiología para programar las citas de los que iban a ser operados. Después del almuerzo, atendió las dudas de los pacientes sobre los horarios de las cirugías, hizo algo de archivo, organizó las historias clínicas, revisó la facturación y los cobros a fin de tenerle en claro a su jefe el estado de cuentas al cierre de mes.

Estela salió mucho más tarde de lo habitual, tomó el autobús, hizo un poco de compras en el supermercado y finalmente llegó a su pequeño apartamento cerca de la clínica. Puso un disco que le agradaba, mientras cortaba preparaba la cena. En ese momento rememoró la charla de la mañana y empezó a comparar las palabras del conferencista con todo lo que ella había realizado durante el día. Por una extraña razón, sintió que un cálido rubor le cruzaba por las mejillas mientras se decía: En realidad, cómo me siento de bien haciendo lo que hago; ¡esto debe ser lo mismo que ese señor denomina: «autorrealización!.


Moraleja


La autorrealización es un término que define el máximo desarrollo de las potencialidades de una persona cuando trabaja para sí o para otros. Este empleo a fondo de sus capacidades en trabajos que le sean gratificantes, es como si fuera la suma de las necesidades satisfechas, desde la seguridad hasta la autonomía personal. Ahora se habla también del valor agregado en el trabajo, tanto en los productos o en los servicios. Creo que Estela añadía valor a lo que hacía porque se mostraba satisfecha, útil, trabajando más de lo previsto y dándole forma a un servicio médico más allá de lo esperado por los pacientes. Esta conducta de superación y de mayores alcances es un tipo de autorrealización que no se da mucho en los ambientes tóxicos de las empresas que sacrifican a las personas en la guillotina del autoritarismo y la intolerancia.

Si no, pensemos si al médico oncólogo con el que trabaja Estela no le irá mejor que a sus colegas, por cuenta de ese amable valor agregado en el servicio de su asistente o secretaria.

Los Hijos Son Como Navíos


Al dar una mirada a un navío en el puerto, imaginamos que está en su lugar más seguro, sostenido por una fuerte amarra. Sin embargo, sabemos que esa nave está allí preparándose, abasteciéndose y alistándose para zarpar hacia el mar, cumpliendo con el designio para el cual fue creado. Dependiendo de lo que la fuerza de la naturaleza le reserve, esa nave tendrá que desviar la ruta, trazar otros caminos y buscar otros puertos. Pero retornará fortalecida por la trayectoria recorrida, habrá ganado experiencia por las diferentes condiciones climáticas que superó y habrá mucha gente esperando feliz su regreso en el puerto.

Así son los hijos, tienen a sus padres, que representan un puerto seguro, hasta que se vuelven independientes. Pero, por más protección y sostén que puedan sentir junto a ellos, los hijos nacieron para soltar amarras y surcar los mares de la vida, para correr sus propios riesgos y vivir sus propias contingencias. Cierto es que llevarán consigo los ejemplos recibidos en su hogar, los conocimientos adquiridos en la escuela, pero lo más importante estará en el interior de cada uno: en la capacidad de ser feliz. El lugar más seguro para el navío es el puerto, aunque aquel no fue construido para permanecer allí. Lo difícil es el momento de verlo zarpar.

El regalo de amor más grande que se le puede dar a un hijo es la autonomía. Muchos padres piensan que ellos serán el puerto estable de sus hijos y suelen olvidar que en cambio deben prepararlos para navegar mar adentro. Hay que animarlos a encontrar su propio lugar, donde se sientan seguros, con la certeza de que ellos llegarán a ser también un puerto para los nietos.


Moraleja


A la postre los hijos deben convertirse en ciudadanos del mundo. Para que lo logren, debemos procurar que lleven en su equipaje valores tales como excelencia, tenacidad, honestidad, disciplina y generosidad. Los padres quisieran ver una sonrisa en los hijos, pero no pueden sonreír por ellos, pueden desear su felicidad con toda su alma, pero no pueden ser felices por ellos. Habrá que repetir entonces que la felicidad consiste en tener un ideal para buscar y la certeza de estar dando pasos firmes en el camino de ese logro. Los padres no deben marcar los pasos de los hijos y los hijos nunca deben descansar en los pasos que los padres forjaron. Los hijos deben salir desde el puerto a donde sus padres llegaron y, como los navíos, partir en busca de superar sus obstáculos y forjar sus propias aventuras. Como dice un viejo refrán: “Cuando un barco no llega a puerto, casi nunca la culpa es del puerto”.

domingo, 11 de septiembre de 2022

Jugando a las Escondidas


Cuentan que una vez se reunieron en la tierra todos los sentimientos y las cualidades de los hombres. Cuando el aburrimiento ya había bostezado por tercera vez, la locura, como siempre tan loca les propuso: —¡Vamos a jugar a las escondidas! La curiosidad sin poder contenerse preguntó: —¿A las escondidas? ¿Cómo se juega eso? —Es un juego en el que yo me tapo la cara para no ver y comienzo a contar desde uno hasta un millón, mientras ustedes se esconden, y cuando haya terminado de contar, los buscaré y al primero que encuentre ocupará mi lugar para continuar con el juego. Ante esa apasionante forma de explicar de la locura, el entusiasmo se contagió, secundado por la euforia. La alegría dio tantos saltos que terminó por convencer a la duda e incluso a la apatía, a quien nunca le interesaba algo.

Pero no todos quisieron participar en el juego. La verdad prefirió no esconderse, ¿para qué?... Porque al final siempre la encuentran. La soberbia opinó que era un juego muy tonto, en el fondo lo que realmente le molestaba era que la idea no hubiese sido de ella. Y la cobardía prefirió no arriesgarse… el pesimismo exclamó: —¡Ay! ¡Qué complicado!, yo, mejor no juego, seguro estoy que a mí me encuentran primero y pierdo. “Uno, dos, tres…” comenzó a contar la locura. La primera en esconderse fue la pereza que, como siempre, se dejó caer tras la primera piedra que encontró en el camino. La fe subió al cielo y la envidia se escondió tras la sombra del triunfo, que con su propio esfuerzo había logrado subir a la copa del árbol más alto. La generosidad, por su parte, casi no lograba esconderse, cada sitio que hallaba le parecía maravilloso para alguno de sus amigos, antes que para ella: 

—“¿Qué tal un lago cristalino?” Mmm…, no, eso es ideal para la belleza. ¿Qué tal la rendija de un árbol? Mmm…, tampoco, eso es perfecto para la timidez. ¡Ya sé! me esconderé en una ráfaga del viento…,mmm..., no, eso es magnífico para la libertad. Así, la generosidad terminó por ocultarse en un rayito de Sol. El egoísmo, en cambio, encontró un sitio muy bueno desde el principio: ventilado, cómodo, pero sólo para él. La mentira se escondió en el fondo de los océanos, mentira, en realidad se escondió detrás del arco iris. La pasión y el deseo, en el centro de los volcanes, y el olvido, se me olvido.

Cuando la locura contaba 999, el amor aún no encontraba sitio para esconderse pues todo se encontraba ocupado, hasta que divisó un rosal y decidió esconderse entre sus flores. —“¡Un millón!” contó la locura y comenzó a buscar. La primera que apareció fue la pereza, estaba a tan sólo tres pasos, junto a una piedra. Después encontró a la fe… la escuchó dialogando con Dios acerca de mover montañas. A la pasión y el deseo los sintió vibrar desde el fondo de los volcanes. En un descuido encontró a la envidia y, claro, pudo deducir dónde estaba el triunfo. Al egoísmo no tuvo ni que buscarlo…él solito salió disparado de su escondite que había sido un nido de avispas. De tanto caminar, la lo cura sintió sed y dirigiéndose al lago, descubrió a la belleza y con la duda, resultó más fácil todavía, pues la encontró sentada sobre una cerca sin decidirá un de qué lado ocultarse.

Así fue encontrando a todos: al talento entre la hierba fresca, a la angustia en una oscura cueva, a la mentira detrás del arco iris y hasta el olvido que ya se había olvidado que estaba jugando a las escondidas. Sólo el amor no aparecía por ningún lado. L a locura buscó detrás de cada árbol, debajo de cada piedra, en la cima de las montañas y cuando estaba por darse por vencida, divisó un rosal y comenzó a mover las ramas. De pronto, un doloroso grito se escuchó, ¡las espinas habían herido los ojos del amor! La locura no sabía qué hacer para disculparse, lloró, rogó, imploró, pidió perdón y hasta prometió ser su lazarillo por toda la eternidad. Desde entonces, desde que por primera vez se jugó a las escondidas en la Tierra, el amor es ciego y la locura siempre lo acompaña.

viernes, 9 de septiembre de 2022

Un Gran Concurso


Un día los animales de la selva decidieron iniciar un particular concurso, ya que en todos ellos rondaba la duda de quién tenía la mejor voz y quizá por ello se organizó de inmediato un concurso de canto, en el cual se anotaron rápidamente casi todos los presentes, desde el jilguero hasta el rinoceronte. Guiados por el sabio búho, quien había aprendido en la ciudad de Atenas, todas las normas de una elección, así se decretó que el concurso se definiría por el voto secreto y universal de todos los concursantes, donde no estaba permitido votar por sí mismo y así serían de esta manera su propio jurado. Así fue, todos los animales, incluido el hombre, pasaron al estrado y cantaron recibiendo un intenso y acalorado aplauso de la audiencia. Luego anotaron su voto en un papelito y lo colocaron doblado en una gran urna que sostenía el búho. El primer voto, hermanos, es para nuestro amigo, ¡el burro! Dijo el búho. Se produjo un silencio, seguido de algunos tímidos aplausos. Segundo voto: ¡burro! Tercero... ¡burro! Los concursantes comenzaron a mirarse, sorprendidos al principio, acusadoramente después y, por último, cuando proseguían apareciendo votos para el burro, cada vez más culposos y avergonzados de sus propios votos. Todos sabían que no había peor canto que el desastroso rebuzno del equino. Sin embargo, uno tras otro, los votos lo elegían como el mejor de los cantores. Y así sucedió que, terminado el escrutinio, quedó decidido por “libre elección” del “imparcial” jurado, que el horrible y estridente canto del burro era el ganador: La mejor voz de la selva y alrededores.

El búho explicó después lo sucedido: cada concursante considerándose a sí mismo el indudable vencedor, había dado su voto al menos calificado de los concursantes: aquél que no podía representar amenaza alguna a su propia proclamación. La votación fue casi unánime. Sólo dos votos no fueron para el burro: el del propio burro que nada tenía para perder y votó sinceramente por la calandria y el del hombre que (cuando no) votó por sí mismo.

domingo, 4 de septiembre de 2022

La Compasión está en los Ojos


Era una noche muy fría, hace muchos años. La barba del anciano estaba vidriada por la helada invernal, mientras esperaba que lo llevaran al otro lado del río. La espera parecía no tener fin. Su cuerpo se entumeció y tensó debido al viento helado del norte. Escuchó el suave y continuo ritmo de los cascos que se acercaban galopando por el helado camino. Observó con ansiedad cuando varios jinetes tomaron la curva. Dejó que pasara el primero, sin hacer esfuerzo alguno por atraer su atención. Después pasó otro y otro más. Finalmente, el último jinete se acercó al sitio donde se encontraba sentado el anciano, como si fuera una estatua de nieve. Cuando este hombre se acercó, el anciano lo miró a los ojos. —Señor, ¿le importaría llevar a un hombre al otro lado? -Preguntó el anciano-. Parece ser que no hay un camino para ir a pie. El jinete detuvo su caballo y respondió: Seguramente. Al ver que el anciano no podía levantar su cuerpo medio congelado del frío, el jinete desmontó y lo ayudó a montar. Llevó al anciano no sólo al otro lado del río, sino hasta su destino, a unos kilómetros de distancia.

Cuando se aproximaron a la pequeña y acogedora cabaña, la curiosidad del jinete lo obligó a preguntar: Señor, noté que dejó pasar a varios jinetes, sin esforzarse por asegurar que lo llevaran. Cuando yo me acerqué, de inmediato me pidió que lo llevara. Siento curiosidad de saber por qué, en una noche invernal tan fría, esperó y selo pidió al último jinete. ¿Y si me hubiera negado y lo hubiera dejado allí?”. El anciano desmontó con lentitud y miró al jinete directamente a los ojos. —He estado por aquí durante algún tiempo -respondió el anciano. Creo conocer muy bien a la gente. Miré a los ojos a los otros jinetes y de inmediato noté que no les preocupaba mi situación. Hubiera sido inútil pedirles que me llevaran. Sin embargo, cuando lo miré a los ojos, su bondad y su compasión fueron evidentes. Supe que su espíritu amable aprovecharía la oportunidad para ayudarme en mi momento de necesidad. Esos comentarios entusiastas conmovieron profundamente al jinete. —Estoy muy agradecido por lo que dijo, comentó el jinete al anciano. Espero nunca estar demasiado ocupado en mis propios asuntos y no responder a las necesidades de otras personas con amabilidad y compasión. Después de pronunciar esas palabras, Thomas Jefferson hizo que su caballo diera la vuelta y regresó a la Casa Blanca.

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