Una mujer escribió a la sección de asesoría financiera de una revista especializada pidiendo consejos sobre cómo conseguir un marido rico. —Soy una chica linda, maravillosamente linda de veinticinco años. Estoy bien formada, tengo buen cuerpo y además tengo clase. Quiero casarme con alguien que gane como mínimo US$100 000 dólares al año. Estuve de novia con hombres que ganan de 30 mil dólares, pero yo quiero pasar de eso pues esta suma no me permitirá vivir en el mejor barrio y tener los lujos que merezco. A mi clase de yoga va una mujer que no es tan bonita como yo, ni es inteligente, pero se casó con un banquero y vive en Miami. ¿Qué es lo que ella hizo y yo no he hecho? ¿Cómo puedo llegar al nivel de ella? ¡Por favor, necesito sus consejos!
Atte: H. S.
Esa petición ya es graciosa, pero lo mejor de la historia es que
el asesor de la sección respectiva le dio una respuesta seria y bien
fundamentada, en lenguaje económico. —Leí su consulta con gran interés,
pensé cuidadosamente en su caso e hice un análisis financiero de su situación.
En primer lugar, yo me ofrezco como candidato y no estoy haciéndole perder
tiempo, pues gano más de 100 mil dólares por año.
Aclarado esto, considero los hechos de la siguiente forma: lo que
usted ofrece, desde la perspectiva de un hombre como el que busca, es
simplemente un pésimo negocio. Voy a decirle por qué: dejando los rodeos a un
lado, lo que usted propone es un simple negocio en el que usted pone la belleza
física y yo pongo el dinero. La propuesta es así de clara, sin ninguna duda.
No obstante, existe un problema: con toda seguridad, su belleza va
a decaer y un día, va a terminar, pero lo más probable es que mi dinero
continúe creciendo. Así, en términos financieros, usted es un activo que sufre
depreciación acelerada y yo soy un activo que rinde dividendos y crece. Usted
no solo sufre desvalorización sino que, como esta es progresiva, ¡aumenta
siempre! Le aclaro más: usted tiene hoy veinticinco años y va a continuar
siendo linda durante los próximos quince años, pero siempre un poco menos cada
año, y de repente, si se compara en el futuro con una foto de hoy, verá que ya
estará envejecida.
En términos bursátiles esto quiere decir que usted, como las
acciones de la bolsa, está hoy en «baja», es decir, una época ideal para ser
vendida, no para ser comprada. Usando el lenguaje que se utiliza en Wall
Street, su acción de encuentra en trading position (posición para
comercializar), y no en buy and hold (comprar y retener), que es para lo que
usted se está ofreciendo. Por lo tanto, todavía en términos comerciales, el
matrimonio (que es un buy and hold) no es un buen negocio con usted, ni a
mediano, ni a largo plazo; pero en cambio alquilarla por un tiempo (leasing),
puede ser un negocio muy razonable que podemos discutir y ensayar.
Yo pienso que, si me presenta un certificado de cuán bien formada,
con clase y maravillosamente linda es, yo probablemente sea un futuro
arrendatario (leasing) de ese «activo». En tal sentido le propongo que hagamos
lo que, para estos casos, es una práctica habitual: hagamos una prueba, o sea
un test drive, para validar el interés mutuo de concretar una operación a largo
plazo. Pero le ofrezco, además, como garantía, que, si no es exitoso nuestro
test de prueba, puedo conseguirle otros candidatos interesados. ¿Cuándo le doy
cita en mi agenda?
Atentamente, R. S.