En cierta ocasión un acaudalado padre de familia llevó a
su hijo a un viaje por el campo con el firme propósito de que este viera cuán
pobres eran ciertas personas y comprendiera el valor de las cosas y lo
afortunados que eran ellos. Estuvieron un día y una noche en la granja de una
familia campesina muy humilde. Al concluir el viaje, ya de regreso en casa, le
preguntó a su hijo: –¿Qué te pareció el
viaje?, –¡Muy bonito, papá! Respondió el niño –¿Viste qué tan pobre y
necesitada puede ser la gente del campo?, –Sí papá. –¿Y qué aprendiste? –Aprendí que nosotros tenemos un perro en nuestra
casa, ellos en el campo tienen cuatro. Nosotros tenemos una piscina de
veinticinco metros, ellos tienen un riachuelo sin fin. Nosotros tenemos
lámparas importadas en el patio que alumbran en la noche, a ellos los iluminan
las estrellas. Nuestro patio llega hasta el muro de la casa, el de ellos llega
hasta los cerros. Especialmente, papá, vi que ellos tienen tiempo para
conversar y convivir en familia. Como tú y mi mamá deben trabajar todo el
tiempo ya casi nunca los veo. El padre se quedó mudo y el niño remató: –Gracias, papá, muchas gracias por enseñarme
lo ricos que podemos llegar a ser.
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martes, 5 de julio de 2022
Fortunas Del Campo
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