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lunes, 25 de julio de 2022

El Problema

Un gran maestro y un guardián compartían la administración de un monasterio. Cierto día el guardián murió, y había que sustituirlo. El gran maestro reunió a todos sus discípulos para escoger a quien tendría ese honor. –Voy a presentarles un problema, dijo, –aquel que lo resuelva primero será el nuevo guardián del templo. Trajo al centro de la sala un banco, puso sobre este un enorme y hermoso florero de porcelana con una hermosa rosa roja y señaló: –Este es el problema. Los discípulos contemplaban perplejos lo que veían: los diseños delicados y raros de la porcelana, la frescura y elegancia de la flor ¿Qué representaba aquello? ¿Qué hacer? ¿Cuál era el enigma? Todos estaban paralizados. Después de algunos minutos, un alumno se levantó, miró al maestro y a los demás discípulos, caminó hacia el florero con determinación y lo lanzó al suelo, usted es el nuevo guardián, le dijo el gran maestro y explicó: Yo fui muy claro, les dije que estaban delante de un problema. No importa qué tan bellos y fascinantes sean, los problemas tienen que ser resueltos. Puede tratarse de un vaso de porcelana muy caro, un bello amor que ya no tiene sentido, un camino que debemos abandonar pero que insistimos en recorrer porque nos trae comodidades. Sólo existe una forma de lidiar con los problemas: atacarlos de frente. En esos momentos no podemos tener ninguna duda, ni dejarnos tentar por el lado fascinante que cualquier conflicto lleva consigo.

Moraleja

Los problemas tienen un raro efecto sobre la mayoría de nosotros: nos gusta contemplarlos, analizarlos, darles vuelta comentarlos, los comparamos. Se ha dado en llamarlos parálisis por análisis a este proceso de contemplación e inacción. ¿Y la solución? Hay que obedecer, no importa lo que le pidan

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