sábado, 30 de julio de 2022

El Árbol De Manzanas

Este era un árbol de manzanas imponente, al cual un niño amaba mucho. Todos los días jugaba a su alrededor, trepaba hasta el tope, comía sus frutos y tomaba la siesta bajo su sombra. El árbol también lo quería mucho, pero pasó el tiempo, el niño creció y no volvió a jugar alrededor del árbol. Un día regresó y escuchó que este le decía con cierta tristeza: ¿Vienes a jugar conmigo? Pero el muchacho contestó: Ya no soy el niño de antes que juega alrededor de los árboles. Ahora quiero tener juguetes, y necesito dinero para comprarlos. Lo siento, dijo el árbol. No tengo dinero, pero puedes tomar todas mis manzanas y venderlas; así podrás comprar todos los juguetes que quieras. El muchacho tomó las manzanas, obtuvo el dinero y se sintió feliz. También el árbol fue feliz, pero el muchacho no volvió. Tiempo después, cuando regresó, el árbol le preguntó: ¿Vienes a jugar conmigo? No tengo tiempo para jugar; debo trabajar para mi familia y necesito una casa para mi esposa y para mis hijos. ¿Puedes ayudarme?, Lo siento, contestó el árbol. No tengo una casa, pero puedes cortar mis ramas y construir tu casa. El hombre cortó todas las ramas del árbol, que se sintió feliz, y no volvió. Cierto día de un cálido verano, regresó. El árbol estaba encantado. ¿Vienes a jugar conmigo? le preguntó. Me siento triste, estoy volviéndome viejo. Quiero un bote para navegar y descansar, ¿puedes dármelo? El árbol contestó: Usa mi tronco para construir uno; así podrás navegar y serás feliz. El hombre cortó el tronco, construyó su bote y se fue a navegar por un largo tiempo. Regresó después de muchos años y el árbol le dijo: Lo siento mucho, pero ya no tengo nada que darte, ni una manzana, ni siquiera una simple sombra. El hombre replicó: No tengo dientes para morder ni fuerzas para escalar, ya estoy viejo. Entonces el árbol, llorando, le dijo: Realmente no puedo darte nada. Lo único que me queda son mis raíces muertas. Y el hombre contestó: No necesito mucho ahora, sólo un lugar para reposar. Estoy cansado después de tantos años...Bueno dijo el árbol, las viejas raíces de un árbol son el mejor lugar para recostarse y descansar. Ven, siéntate conmigo y descansa. El hombre se sentó junto al árbol y este, alegre y risueño, dejó caer algunas lágrimas de felicidad.

Moraleja

La historia de la vida, de niños, amamos a nuestros padres y jugamos con ellos. Cuando crecemos los dejamos solos; regresamos a ellos cuando los necesitamos, o cuando estamos en problemas. No importa lo que sea, siempre están allí para darnos todo lo que puedan y hacernos felices. El muchacho puede ser cruel con el árbol, pero ¿no es así como tratamos a veces a nuestros padres?

La Gente Que Me Gusta

Primero que nada me gusta la gente trabajadora, que no hay que empujarla, que no hay que decirle que haga las cosas, que ya sabe lo que hay que hacer y lo hace en menos tiempo del esperado. Me gusta la gente que sabe medir las consecuencias de sus actos, la que no deja las soluciones a la suerte. Me gusta la gente estricta con su gente y sobre todo consigo misma, pero que no pierde de vista que somos humanos y que podemos equivocarnos. Me gusta la gente que trabaja en equipo, entre compañeros, porque producen más que los aislados esfuerzos individuales, hay muy pocas actividades que puedan terminar solos, y no existe actividad imposible si lo hacemos todos juntos. Me gusta la gente que sabe la importancia de la alegría. Me gusta la gente sincera, capaz de oponerse con argumentos serenos y pensados a las decisiones de su jefe. Y Me gusta la gente de criterio, que no se cree las promesas que le dicen. La que no se avergüenza de reconocer y decir que se equivocó. Y la que, al aceptar sus errores, se esfuerza genuinamente por no volver a cometerlos. Me gusta la gente capaz de criticarme constructivamente: a estos los llamo mis amigos. Me gusta la gente persistente que no desfallece cuando de alcanzar objetivos e ideales se trata. Me gusta la gente que trabaja por resultados y que no se tranca en pequeñeces. Con gente así me comprometo a lo que sea, aunque no reciba pago por ello. Con haber tenido esa gente a mi lado, mi vida no habrá sido en vano.

Forma esto parte de mí

 

Cuentan que un hombre sufría de ataques de ira y de cólera, así que decidió buscar una solución, así que fue a buscar un psicólogo, cuando llegó le dijo: tengo problemas con la ira, está haciendo mi vida muy desgraciada, yo sé que puedo cambiar si usted me aconseja, el psicólogo le dice: es muy interesante lo que me cuentas y de todas maneras para poder tratar bien tu problema, es necesario que me muestres tu ira para conocerla y saber de qué naturaleza es, muéstramela, pero ahora no tengo ira no estoy enojado, bien lo que tendrás que hacer es en este caso es que la próxima vez que la ira te invada, vas a venir para que puedas enseñármela, el hombre estuvo de acuerdo y regresó a su casa, algunos días después se encontró con otro ataque de cólera y marchó rápidamente para ver al psicólogo, pero como el psicólogo vivía algo lejos, tardó en llegar, cuando lo hizo, le dijo al psicólogo: estoy aquí de nuevo como me lo dijiste, estupendo, muéstrame tu ira, pero al hombre se le había acabado la rabia durante el camino, parece que no viniste lo suficientemente deprisa, la próxima vez ven lo más rápido posible, pasaron unos días y otra vez el hombre volvió donde el psicólogo esta vez muy rápido pero otra vez se le había acabado la ira y así pasaron más de 10 veces y nunca podía mostrarle su ira, el psicólogo se cansa y le dice: esto no es posible!, creo que me has engañado, si la ira formara parte de ti, podrías enseñármela, has venido al consultorio más de 10 veces y nunca has sido capaz de mostrármela, esa ira, no te pertenece, no es tuya, solo te invade en cualquier lugar y con cualquier motivo, por tanto, la solución es fácil, la próxima vez que la ira llegue a ti, déjala pasar de largo.

El Pintor Y Sus Cuadros

Hace muchos, muchos años, vivía en cierto país, un joven y famoso pintor. Una vez decidió crear un retrato realmente grandioso, un retrato de la bondad más pura, con un par de ojos que irradiasen paz eterna. Emprendió la búsqueda de una persona cuyo retrato reflejase la luz de la alegría. Recorrió pueblo tras pueblo y una jungla tras otra en busca de esa persona. Finalmente halló un pastor cuyos ojos brillaban, cuyo rostro y aspecto daban la vaga sensación de que provenía de una morada celestial. Bastaba echarle una mirada para convencerse de que Dios también se halla presente en el hombre. El artista pintó un retrato de este hombre. Millones de copias del retrato se vendieron por todas partes. La gente se sentía agradecida de poder colgar el retrato en sus paredes.

Luego de un intervalo de veinte años, cuando el artista había envejecido, pensó en hacer otra obra maestra. Había experimentado que la vida no es sólo bondad; también el mal mora en el hombre. La idea de pintar un cuadro de la maldad le perseguía, pues sólo tendría un hombre completo si tenía las dos pinturas, complementándose la una a la otra. Había realizado una pintura de la cualidad divina; ahora deseaba retratar a la encarnación del mal.

Deseaba hallar a un hombre que no fuese un hombre, sino un demonio. Recorrió guaridas de juego, bares y manicomios. El sujeto debía estar lleno de los fuegos del infierno; su rostro debía mostrar todo lo que es malo, feo y sádico. Debía ser un símbolo del pecado... Después de prolongada búsqueda, el artista encontró a un prisionero en una cárcel. El hombre había cometido siete asesinatos, y por eso se le había sentenciado a ser colgado en pocos días. El infierno era obvio en sus ojos: irradiaban odio. Su rostro era el más desagradable que pudieras encontrar.

El artista comenzó a retratarlo. Al terminar, trajo su pintura anterior y colocó una pintura al lado de la otra, para apreciar el contraste. Desde el punto de vista artístico, era muy difícil decidir cuál era la mejor. Las dos eran maravillosas. Permaneció de pie, mirando los dos cuadros.

Y entonces oyó un sollozo. Volteó la cabeza y vio al prisionero, encadenado y llorando. El pintor se quedó perplejo. Preguntó: Amigo mío, ¿Por qué lloras? ¿En qué forma te perturban estas pinturas? El prisionero respondió: He intentado ocultar la verdad durante todos estos días, pero hoy me he visto vencido: Tú quizás no sabes que la primera pintura también es mi retrato. Ambos son retratos míos. Yo soy el mismo pastor que encontraste hace veinte años en las montañas. Lloro por mi caída de los últimos veinte años, del cielo al infierno.

 

Moraleja

La vida del hombre tiene dos lados opuestos, dos pinturas. En cada hombre están presentes tanto el bien como el mal. En cada hombre existen tanto la posibilidad del cielo como la del infierno. En el hombre puede crecer un ramo de hermosas rosas. También en el hombre puede acumularse un montón de barro.

lunes, 25 de julio de 2022

El Problema

Un gran maestro y un guardián compartían la administración de un monasterio. Cierto día el guardián murió, y había que sustituirlo. El gran maestro reunió a todos sus discípulos para escoger a quien tendría ese honor. –Voy a presentarles un problema, dijo, –aquel que lo resuelva primero será el nuevo guardián del templo. Trajo al centro de la sala un banco, puso sobre este un enorme y hermoso florero de porcelana con una hermosa rosa roja y señaló: –Este es el problema. Los discípulos contemplaban perplejos lo que veían: los diseños delicados y raros de la porcelana, la frescura y elegancia de la flor ¿Qué representaba aquello? ¿Qué hacer? ¿Cuál era el enigma? Todos estaban paralizados. Después de algunos minutos, un alumno se levantó, miró al maestro y a los demás discípulos, caminó hacia el florero con determinación y lo lanzó al suelo, usted es el nuevo guardián, le dijo el gran maestro y explicó: Yo fui muy claro, les dije que estaban delante de un problema. No importa qué tan bellos y fascinantes sean, los problemas tienen que ser resueltos. Puede tratarse de un vaso de porcelana muy caro, un bello amor que ya no tiene sentido, un camino que debemos abandonar pero que insistimos en recorrer porque nos trae comodidades. Sólo existe una forma de lidiar con los problemas: atacarlos de frente. En esos momentos no podemos tener ninguna duda, ni dejarnos tentar por el lado fascinante que cualquier conflicto lleva consigo.

Moraleja

Los problemas tienen un raro efecto sobre la mayoría de nosotros: nos gusta contemplarlos, analizarlos, darles vuelta comentarlos, los comparamos. Se ha dado en llamarlos parálisis por análisis a este proceso de contemplación e inacción. ¿Y la solución? Hay que obedecer, no importa lo que le pidan

Mi Mamá No Tiene Novio


 

Cuando tenía diez años, y de visita en la casa de mi tío, me divertía al ver a mi prima mayor prepararse mientras esperaba a su novio: toda contenta se peinaba, se perfumaba y se pintaba los labios, se vestía muy guapa y corría de un lado para otro de la casa arreglando todo con detalle para que su amor no encontrara desorden alguno. Entonces llegaba el novio oliendo a perfume, y cuando se miraban… ¡Ufff!, parecía que flotaran en el aire, se abrazaban con ternura y ella le servía algo de tomar junto con las galletas que le había preparado durante la tarde. Además, él gozaba con todo lo que ella le había cocinado con esmero para cenar. Luego se sentaban a platicar por horas, después de lograr que nosotros, los primitos, desapareciéramos de la sala. Ellos se escuchaban el uno al otro sin perder detalle, ni soltarse de sus manos, hasta que al novio no le quedaba más remedio que despedirse cuando mi tío empezaba a rondar por el pasillo. Uno de esos días le pregunté a mi mamá:

—¿Cómo se llama tu novio?

—¡Mi novio es tu papá! —me respondió muy sonriente.

—No mami, ¡en serio…!

Pero ella insistió, y así quedaron las cosas. Me quedé pensando en esa respuesta y empecé a preguntarme: ¿Cómo va a ser mi papá el novio de mi mamá? Primero: él nunca llega con un ramo de flores, ni con chocolates; si le da un regalo a mi mamá es por su cumpleaños y por navidad, pero nunca he visto que el novio de mi prima le regale una licuadora, o le da dinero para que se compre algo. Además, mamá nunca pone cara de Blanca Nieves cuando papá llega del trabajo, ni él sonríe como un príncipe azul cuando la mira. Mi mamá no corre a arreglarse el peinado, ni a pintarse los labios al escuchar la llave en la puerta cuando mi papá llega: apenas lo mira para decir “hola”.

El saludo de mi papá, en vez de “hola mi vida”, era “hola, ¡qué día!” y de inmediato se ponía la peor vestimenta para estar cómodo. En lugar de “¿qué quieres para cenar?”, mi mamá le preguntaba, ansiosa: “Qué, ¿quieres cenar?”; y cuando pensaba que papá le iba a decir “qué bonita te ves hoy”, más bien le preguntaba “¿viste dónde quedó el control de la televisión?”.

Los novios se dicen cosas románticas como «¡cuánto te amo!», en vez de «¿fuiste al banco? Mi prima y su novio no podían dejar de mirarse, pero cuando mamá pasaba delante de papá, él inclina la cabeza para no perder detalle de lo que veía en la tele. A veces, papá le daba por detrás un abrazo sorpresa a mi mamá, pero ella se zafaba diciendo que estaba de afán. Mis padres solo se daban la mano cuando en misa el sacerdote decía: «Dense fraternalmente la paz. La verdad es que mi mamá no tiene novio y mi papá no tiene novia. Qué aburrido… ¡solo son esposos!


Moraleja

Ninguna novedad, ninguna iniciativa, se pierde la ilusión. Cuando la rutina se abren paso en la relación.

martes, 19 de julio de 2022

Un Ermitaño En La Corte

En la corte real tuvo lugar un fastuoso banquete. Todo se había dispuesto de tal manera que cada persona se sentaba a la mesa de acuerdo con su rango. Todavía no había llegado el rey al banquete, cuando apareció un ermitaño muy pobremente vestido y al que todos tomaron por un pordiosero. Sin vacilar un instante, el ermitaño se sentó en el lugar del rey. Este insólito comportamiento indignó al primer ministro, quien, ásperamente, le preguntó:

¿Acaso eres un visir? Mi rango es superior al de visir, repuso el ermitaño.

¿Acaso eres un primer ministro? Mi rango es superior al de primer ministro.

Enfurecido, el primer ministro inquirió:

¿Acaso eres el mismo rey? Mi rango es superior al del rey.

¿Acaso eres Dios? preguntó mordazmente el primer ministroMi rango es superior al de Dios. Fuera de sí, el primer ministro vociferó:

¡Nada es superior a Dios!

Y el ermitaño dijo con mucha calma: Ahora si descubriste mi identidad. Esa nada soy yo.

Moraleja

Más allá de todas las categorías y dualidades, del ego y la soberbia, está aquel que ha liberado su mente.

Autentico conocimiento

En una ocasión unos discípulos eran sometidos a duras pruebas para poder ingresar a formar parte de un grupo místico de sabios, pusieron a ellos en 5 pozos llenas de serpientes venenosas, con el objetivo que pasaran la noche ahí, la primera jaula estaba vacía: llena de serpientes pero sin ningún discípulo, en la segunda jaula estaban las serpientes y el discípulo muerto, tirado en el piso, en la tercera jaula estaba el discípulo sentado, pero con todas las serpientes muertas, en la cuarta jaula el discípulo había ahuyentado a las serpientes con una hoguera y dormía a pierna suelta. Y en la quinta jaula el discípulo estaba en postura de meditación, todo sereno mientras las serpientes recorrían por todo su cuerpo, ¿Cuál es el candidato que ha triunfado en la prueba? Después de analizar las conclusiones, las serpientes no eran venenosas, las apariencias engañan, el sabio ganador fue el de la cuarta jaula.

En el primero caso, es evidente que el hombre huyó creyéndose en peligro. El segundo murió preso de su propio miedo. El tercero hizo un acto de valor matándolas, pero solo mató a animales indefensos. El quinto realizó un esfuerzo de concentración y control innecesarios en una situación que no lo requería. Solo el cuarto candidato tenía un conocimiento real, él sabía que aquellos animales no eran peligrosos, por eso se tumbó tranquilamente a dormir, aunque antes prefirió encender una hoguera para calentarse y sacer del pozo a las serpientes para estar más cómodo.

lunes, 11 de julio de 2022

La Parábola Del Caballo

Un campesino que enfrentaba muchas dificultades, poseía algunos caballos que lo ayudaban en los trabajos de su pequeña granja. Un día, su capataz le trajo la noticia de que uno de los mejores caballos había caído en un viejo pozo abandonado. Era muy profundo, y resultaría extremadamente difícil sacarlo de allí. El campesino fue rápidamente al lugar del accidente y evaluó la situación, dándose cuenta de que el animal no se había lastimado. Pero, por la dificultad y el costo del rescate, concluyó que no valía la pena, y pidió al capataz que sacrificara al caballo tirando tierra al pozo hasta enterrarlo. Y así se hizo. A medida que la tierra le caía encima, el animal la sacudía. Esta se acumuló poco a poco en el fondo del pozo, permitiéndole subir. Los hombres se dieron cuenta de que el caballo no se dejaba enterrar, sino que, al contrario, estaba subiendo, hasta que finalmente consiguió salir del socavón.

Moraleja

Si usted se encuentra bajoneado, sintiéndose poco valorado, y si los otros le lanzan la tierra de la incomprensión, del egoísmo o de la falta de apoyo, recuerde al caballo de esta historia. No acepte la tierra que tiraron sobre usted, sacúdase de los problemas y suba sobre ellos. No dejen que los problemas los entierren. Cuanta más porquería le lancen, más podrá subir. Todo problema es en si una oportunidad.

domingo, 10 de julio de 2022

Soy Tú

 


Este era un discípulo muy honesto. Moraba en su corazón el afán de perfeccionamiento y el deseo de aprender. Una noche, cuando los grillos quebraban el silencio de la tarde, acudió a la modesta casita de un sabio maestro y llamó a la puerta. ¿Quién es? preguntó el maestro. Soy yo, respetado maestro. He venido para que me proporciones instrucción espiritual. No estás lo suficientemente maduro replicó el maestro sin abrir la puerta. Retírate un año a una cueva y medita. Medita sin descanso. Luego, regresa y te daré instrucción.

Al principio, el discípulo se desanimó, porque pensó que iba a desperdiciar un año de su vida, pero como era un verdadero buscador, de esos que no ceden en su empeño hasta el final y buscan la verdad aunque su vida dependiera de ello. Así que obedeció al sabio. Buscó una cueva en la falda de la montaña y durante un año se sumió en meditación profunda. Aprendió a estar consigo mismo; se ejercitó en el arte del ser. Sobrevinieron las lluvias de la temporada. Por ellas supo el discípulo que había transcurrido un año desde que llegara a la cueva. Abandonó la misma y se puso en marcha hacia la casita del maestro. Llamó a la puerta. 

¿Quién es? preguntó el sabio. Soy tú repuso el discípulo. Si es así dijo el maestro, entra. No había lugar en esta casa para dos yoes.

Moraleja

Más allá de la mente y el pensamiento está el verdadero yo. Y en el yo, están todos los seres.

El Perrito Cojo

El dueño de una tienda estaba poniendo en la puerta un letrero que decía: "Cachorros en venta". Como esa clase de anuncios siempre atrae a los niños, de pronto apareció un pequeño y le preguntó:¿Cuál es el precio de los perritos? El dueño contestó: Entre treinta y cincuenta dólares. El niñito se metió la mano al bolsillo y sacó unas monedas. Sólo tengo $2,37. ¿Puedo verlos? El hombre sonrió y silbó. De la trastienda salió una perra seguida por cinco perritos, uno de los cuales se quedaba atrás. El niñito inmediatamente señaló al cachorrito rezagado.¿Qué le pasa a ese perrito? Preguntó, el hombre le explicó que el animalito tenía la cadera defectuosa y que no caminaría bien por el resto de su vida. El niño se emocionó mucho y exclamó: ¡Ese es el perrito que yo quiero comprar! Y el hombre replicó: No, tú no vas a comprar ese cachorro. Si realmente lo quieres, yo te lo regalo. El niñito se disgustó y, mirando al hombre a los ojos, le dijo: No, no quiero que usted me lo regale. Creo que vale tanto como los otros perritos, y le pagaré el precio completo. De hecho, le voy a dar mis $2,37 ahora y cincuenta centavos cada mes, hasta que lo haya pagado todo. El hombre contestó: Hijo, en verdad no querrás comprar ese animalito. Nunca será capaz de correr, saltar y jugar como los otros perros. El niñito se agachó y levantó su pantalón para mostrar su pierna izquierda, retorcida e inutilizada, soportada por un gran aparato de metal. Miró de nuevo al hombre y le dijo:Bueno, yo no puedo correr muy bien tampoco, y el perrito necesitará a alguien que lo entienda. El hombre se mordió el labio y, con los ojos llenos de lágrimas, dijo:Hijo, espero que cada uno de estos cachorritos tenga un dueño como tú.

Moraleja

En la vida no importa quiénes somos, sino que alguien nos aprecie por lo que somos, nos acepte y nos brinde su afecto incondicionalmente.

martes, 5 de julio de 2022

Quemar Las Naves

 


Alrededor del año 335 A.C., al llegar a la costa de Fenicia, Alejandro Magno debió enfrentar una de sus más grandes batallas. Al desembarcar, vio que los soldados enemigos superaban tres veces el tamaño de su gran ejército. Pero, además, sus hombres estaban agotados y no encontraban fuerza para enfrentar la lucha, habían perdido la fe y se daban por derrotados. El temor estaba acabando con aquellos guerreros que alguna vez fueron invencibles.

Cuando Alejandro hubo desembarcado sus tropas en la costa enemiga, dio la orden de que fueran quemadas todas las naves. Mientras los barcos se consumían en llamas y se hundían en el mar, reunió a sus hombres y les dijo: Observen cómo se queman nuestros barcos, esa es la única razón por la que debemos vencer esta batalla, ya que, si no ganamos, no podremos regresar a nuestros hogares y ninguno de nosotros podrá volver a ver a su familia nuevamente, ni podrá abandonar esta tierra que hoy despreciamos. Debemos salir victoriosos en esta batalla, pues sólo hay un camino de vuelta a casa, y es por mar. Caballeros, cuando regresemos a casa, lo haremos de la única forma posible: en los barcos de nuestros enemigos. El ejército de Alejandro venció en aquella batalla, y regresó a su tierra a bordo de las naves conquistadas.

Moraleja

Los mejores hombres no son aquellos que han esperado las oportunidades, sino los que las han buscado y aprovechado a tiempo, los que las han asediado, los que las han conquistado.

Luz de Luna

 


En una noche clara de un fin de semana cualquiera, un borracho iba caminando y tambaleándose por las calles hasta que llegó a un puente, se detuvo un momento cuando se encontró con un viejo amigo que iba pasando por allí. Se apoyaron en la barandilla y estuvieron charlando un rato sobre sus aventuras, pasado un tiempo, comenzaron a contemplar el río. –¿Qué es eso que hay allí abajo?, preguntó de pronto el borracho. –Es la luna”, le respondió su amigo. El borracho volvió a mirar, asintió incrédulo con la cabeza y dijo: –Sí, claro, pero ¿Cómo demonios han llegado ahí abajo la luna?

Moraleja

Como dicen los maestros orientales: “Cuando el Sabio señala la luna, el idiota no ve más que el dedo”. Las palabras no son un reflejo fiel de la realidad, solo son indicios que nos da la vida.

Fortunas Del Campo

En cierta ocasión un acaudalado padre de familia llevó a su hijo a un viaje por el campo con el firme propósito de que este viera cuán pobres eran ciertas personas y comprendiera el valor de las cosas y lo afortunados que eran ellos. Estuvieron un día y una noche en la granja de una familia campesina muy humilde. Al concluir el viaje, ya de regreso en casa, le preguntó a su hijo: –¿Qué te pareció el viaje?, ¡Muy bonito, papá! Respondió el niño ¿Viste qué tan pobre y necesitada puede ser la gente del campo?, Sí papá.¿Y qué aprendiste? Aprendí que nosotros tenemos un perro en nuestra casa, ellos en el campo tienen cuatro. Nosotros tenemos una piscina de veinticinco metros, ellos tienen un riachuelo sin fin. Nosotros tenemos lámparas importadas en el patio que alumbran en la noche, a ellos los iluminan las estrellas. Nuestro patio llega hasta el muro de la casa, el de ellos llega hasta los cerros. Especialmente, papá, vi que ellos tienen tiempo para conversar y convivir en familia. Como tú y mi mamá deben trabajar todo el tiempo ya casi nunca los veo. El padre se quedó mudo y el niño remató: –Gracias, papá, muchas gracias por enseñarme lo ricos que podemos llegar a ser.

Sabiduría Infantil

Una maestra estaba dando clases a niños de primer grado, daba clases de pintura, la favorita de los pequeños estudiantes. La situación se puso interesante cuando unos niños comenzaron a discutir sobre la pintura de una familia. Había un niño en la pintura que tenía el cabello de color diferente al del resto de los miembros de la familia. A lo que uno de los niños del grupo sugirió que el niño de la pintura era adoptado y una niña compañera del grupo le dijo: Yo sé todo sobre adopciones ¿y porque sabes eso? Le preguntó el niño, porque yo soy adoptada. ¿Qué significa ser adoptado? preguntó otro niño. Significa dijo la niña, que tú creces en el corazón de tu mamá en lugar de crecer en su pancita.

Moraleja

Si quien imparte educación no es al mismo tiempo estudiante, no puede ser obedecido, a menos que lo haga por la fuerza, no puede aprender cosas nuevas, a menos que vacíe su vaso lleno.

lunes, 4 de julio de 2022

Prueba de Honradez



Uno tras otro, nos colocamos el instrumento en los oídos, auscultamos al paciente con sumo cuidado, movimos la cabeza en señal de afirmación. ¡Sí, ahí está! —decíamos. Vimos cómo se le iluminaban los ojos a los compañeros en turno en el momento en que percibían los sonidos. Al final le agradecimos al supervisor que nos hubiera mostrado un caso tan claro. Terminada la sesión, regresamos a la oficina de la jefa de enfermeras y tomamos asiento. El supervisor nos preguntó: ¿Están todos seguros de haber escuchado bien? —Le dijimos que sí, entonces él, con calma y sin pronunciar una palabra más, comenzó a abrir su estetoscopio. Luego sacó de su bolsillo unas pincitas y extrajo unos tapones de algodón que él le había puesto. El estetoscopio había estado inutilizado, muerto y con un silencio absoluto. Ninguno de nosotros podía haber oído los latidos del corazón del paciente, y mucho menos los famosos chasquidos. No vuelvan a hacer eso jamás, —nos amonestó el supervisor. Cuando no oigan algo, díganlo. Cuando no compréndanlo que alguien diga, háganselo saber. Fingiendo que entienden lo que no entienden, quizá logren engañara sus colegas, pero no sacarán nada bueno para sus pacientes ni para ustedes mismos. —En ese momento nos sentimos muy avergonzados. Pero hoy, trascurridos 20 años, pienso que aquella ha sido la lección más importante en mi vida de médico.