Un importante ejecutivo y su esposa,
viajaban por la carretera de una pequeña ciudad, cuando él se percató de que el
auto tenía poca gasolina, se salió de la carretera en la siguiente salida y al
poco tiempo encontró una vieja estación de gasolina con sólo tenía una bomba
funcionando. Pidió al solitario empleado que le llenara el tanque y que realice
un cambio de aceite, y luego fue a dar una pequeña caminata en los alrededores
de la estación para estirar las piernas. Al regresar al auto, se dio cuenta de
que el empleado y su esposa sostenían una animada conversación. La charla se
suspendió cuando llegó el marido, pero al subirse al auto vio que el empleado
se despedía agitando la mano y decía: —Fue grandioso platicar contigo. Al alejarse de la estación, el esposo le preguntó a su esposa si
conocía al hombre, cosa que de inmediato admitió. Habían asistido a la misma
secundaria y habían sido novios durante un año. —Mira que tuviste suerte
de que te casaras conmigo, presumió el marido. —Si te
hubieras casado con él, serías la esposa de un empleado de una estación de
gasolina en lugar de ser la esposa de un director ejecutivo. –Querido, si yo me
hubiera casado con él, él sería el director ejecutivo y tú serías el empleado
de una estación de gasolina.
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